La denuncia en torno al manejo financiero de la Caja de Ahorros (CA) pone de manifiesto que los integrantes de los gobiernos de turno, siempre sacan provecho de sus posiciones.
La nueva administración alega irregularidad en el manejo de las operaciones financieras de fideicomisos, que provocarán pérdidas a la institución cuantificadas en 45 millones de balboas.
Préstamos sin garantías o con garantías sobrevaloradas, figuran en el rosario de irregularidades denunciadas. La propia exgerente de la Caja de Ahorros confirma esa situación y trata de escurrir el bulto de la responsabilidad en la antigua junta directiva.
El banco de la familia panameña no puede ser botín de la clase política. Después de la invasión se descubrieron bellezas cometidas por los gobiernos perredistas y de los militares en la Caja de Ahorro. Ahora el turno de la vergüenza le toca a los arnulfistas.Lo preocupante de toda esta situación es que se registran sin que la Contraloría y los auditores externos hagan las advertencias necesarias para frenar esos zarpazos contra la banca estatal.
Ahora bien, los acusados alegan que no hubo nada doloso y que ninguno de los préstamos cuestionados están morosos. ¡Cada quien cuenta el cuento a su manera!.
Lo que importa en todo esto es que se diga la verdad. Si alguien cometió un ilícito debe ir a prisión, pero que no se utilice el mecanismo de las denuncias para venderle circo a un pueblo, que tiene hambre y reclama la creación de empleos.
Al final lo que importa es asegurar que nadie se llevó el dinero del Fisco para sus bolsillos y el que se apoderó de esos fondos que lo devuelva y vaya a La Joya.