Ultimamente hay tanta, o más, referencias a la Constitución Política de la República de Panamá, que la que puede - y debe - haber sobre la canasta básica familiar panameña.
Yo no sé qué clase de políticos, o mejor dicho, no sé dónde está la inteligencia de la clase política del país. Lo digo porque cada vez que sube un gobierno, se la pasan criticando lo que no hizo, o hizo mal, el anterior gobierno, cuando lo que deben hacer es 'sacarle filo' a aquellas obras que fueron comenzadas y dejadas sin terminar. ¿Qué cuál es el punto? El punto es que dándole seguimiento a dichas obras inconclusas, hasta terminarlas, y luego inaugurarla a nombre propio, hará saltar de rabia al enemigo, quien reclamará para sí eso que nunca tuvo la intención de terminar, dejando en evidencia, por propia boca, la desidia, el desinterés, el engaño y la falta de madurez política que siempre los distinguirá.
Por otro lado, eso de las partidas secretas es una perfecta "ñamería" - tomando prestada esa palabra a don Miguel Bush quien tiempo atrás así calificó en forma despectiva a los arnulfistas - porque esa figura financiera, Partidas Secretas, o Discrecionales, no aparece en ningún instrumento legal, vigente. Lo que quiero decir es que ni la Constitución, ni ninguno de los otros instrumentos normativos de la política económica, contempla la creación de dichos fondos, y si así estuviese establecido, como quien dice 'la caja menuda el presidente de turno', dichos fondos no tienen porqué ser identificados como "secretos", toda vez que como dineros del pueblo, deben ser manejados con la misma transparencia como se le exige a cualesquier funcionario a quien se le asigna el manejo de un fondo estatal. Y si el Ejecutivo quiere plata adicional para 'picar' como dicen los paisas, que lo incluya, sustentando, en el presupuesto correspondiente. ¡Cambio y fuera!