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Sábado 13 de noviembre de 1999


MENSAJE
Tres vidas in�tiles

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Hermano Pablo

La multitud estaba armada de palos, piedras y cuchillos. Y estaba furiosa: vociferaba, insultaba y amenazaba. Se parec�a en esto a aquella multitud enfurecida que fue de noche al huerto para arrestar a Jes�s.

Esa multitud, moderna y de la ciudad de Sao Pablo, Brasil, iba en persecuci�n de Careca, un jovencito de trece a�os de edad, de Dinguela, de dieciocho a�os, y de Fuscao Preto, de veinte. Los tres j�venes hab�an asaltado y lastimado a un hombre. Y la multitud sigui� tras ellos para apresarlos, condenarlos y lincharlos.

Al tomar conocimiento de la muerte de los muchachos, la multitud sali� a la calle para celebrar el acontecimiento con cohetes. Una mujer dijo: �Hoy es el d�a m�s feliz de mi vida.� Y el padre de Careca, el chico de trece a�os, dijo: �No culpo a nadie de su muerte. Mi hijo muri� porque as� lo quiso la vida.�

Muchas reflexiones surgen en nuestra mente mientras leemos noticias como �sta. La primera es acerca del estado actual de nuestra sociedad, donde robos, asaltos y asesinatos por cualquier motivo suceden a cada paso. La segunda reflexi�n tiene que ver con las decisiones que toma el pueblo de hacer justicia por su propia cuenta, harta de ver a las fuerzas del orden completamente impotentes e ineficaces para imponer precisamente el orden y la justicia. Y la tercera es sobre la amarga conclusi�n a la que lleg� el padre de Careca: �Mi hijo muri� porque as� lo quiso la vida.�

Bueno, puede ser que la vida que llevaban estos tres j�venes -una vida de violencia, delito e ilegalidad- haya determinado, de cierto modo, el triste fin que tuvieron los tres, y as� podr�a decirse: �La vida lo quiso as�.� Pero no es necesario que la vida quiera lo malo para nosotros.

La vida se desarrolla seg�n lo que vamos sembrando en ella. Si sembramos de continuo el mal, claro que vamos a cosechar el mal. Pero si sembramos el bien, la bondad, la paz y la justicia, entonces vamos a cosechar esas mismas cosas.

M�s all� y por encima de lo que quiere la vida est� lo que quiere Dios. Y lo que Dios quiere para cada uno de nosotros es el bien, la paz, la buena vida y la felicidad. Hagamos de Cristo nuestro Se�or y Salvador, y nuestra vida conocer� el bien.

 

 

 

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