EDITORIAL
Otra propuesta descabellada
La ciudadana Ministra de
Salud hace escasos días dio muestras de extravío, rayano en
burla ácida, cuando respondió cuestionamiento periodístico
afirmando que los panameños deberían organizar una Teletón,
o una gran rifa nacional, para recolectar los dineros necesarios para el
funcionamiento del Hospital Oncológico, cuyo presupuesto fuera drásticamente
rebajado por los burócratas planificadores.
Ahora, en adición al disparate anterior, la funcionaria propone
la creación de un impuesto a la salud, cuya recaudación se
haría siguiendo los mecanismos administrativos del descuento salarial
del dos por ciento para la educación sindical; con lo cual solventaría
las reducciones fiscales aplicadas al Ministerio a su cargo.
El ciudadano sencillo que no está inmerso en los ajetreos políticos
ni burocráticos, percibe ambas propuestas como descabelladas; impropias
de quien titula las responsabilidades de atender las necesidades y prospectivas
de la salud panameña.
La salud es un compromiso público; y el Estado tiene los resortes
de ella, por lo que la propuesta resulta una manera simplísima de
deshacerse de tales responsabilidades gubernativas, y derivar los sensitivos
quehaceres sanitarios hacia formas privatizantes, que en el caso del impuesto
dividirá a los panameños entre quienes contribuyen y aquellos
que al carecer de ingresos gravables no pagarán.
En los corrillos políticos se cuestionan ambas proposiciones;
con suspicacia se alega la urgencia pública de conocer los destinos
de los dineros recibidos de las privatizaciones y de las ventas de bienes
revertidos, cuyos montos estimados superan varios miles de millones de balboas;
los que por reforma legislativa se asientan en cuentas asignadas a la Presidencia
de la República.
Son enormes los gastos suntuarios del régimen perredista: redecora
y rehace despachos públicos como prioridad; adquiere aviones para
satisfacer las urgencias transportistas del mandatario que se resiste a
usasr aerolíneas comerciales; realiza giras, viajes y recorridos
en países ajenos, atendiendo foros, conferencias y reuniones de cuestionables
importancias, las que deberán reducirse, recortados, con austeridad
y mano firme, dando así el ejemplo cívico que el país
deberá adoptar.
Al parecer, los rigores emocionales de la derrota aplastante del referéndum,
unidos a las fricciones internas del Perredé, resultantes de las
primarias acusadas, son marco referencial para que los burócratas
se alejen de sus deberes y se dediquen a disfrutar los escasos meses de
mando que les quedaría de repetirse el rechazo popular en mayo venidero:
así explicaríamos las repeticiones equívocas de la
Ministra de Salud.


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