No se puede servir a dos señores. Esta frase evangélica está llena de sabiduría. Una sabiduría sencilla y clara como el agua. No hay que ser gran filósofo para formularla y mucho menos para entenderla. Y se puede aplicar a todas las facetas de la vida.
Por ejemplo, en el amor. O en la política. También en el deporte y hasta en la economía. Hoy quisiéramos aplicarla a la oficina, donde a diario jefes y funcionarios, principalmente en el sector público, pro también en el privado, desenfocan su atención -que debe estar dirigida al servicio al cliente- para distraerse en otras actividades que nada tienen que ver con su labor.
Televisión, radio, pintarse las uñas, acosar a las compañeras, el bochinche (¡deporte nacional!), jugar en las computadoras, comprar billetes o prendas o perfumes a vendedores ambulantes: son tantas las cosas que se podrían enumerar para explicar lo que pasa en los lugares de trabajo, donde lo que menos se hace es trabajar.
Tal vez eso explique algunos bajos niveles de producción, o la mala calidad del servicio y los productos que se ofrecen. Cuando en Panamá nos pongamos serios, y nos dediquemos al trabajo durante el ciento por ciento de nuestro tiempo, veremos que podemos hacer más y mejores cosas en menos tiempo. |