Una cosa es ser fumador frecuente, otra tomador, otra drogadicto y otra ludópata. ¿Pero las cuatro al mismo tiempo? Esa es una receta para morir joven y limpio.
Parece mentira, pero para algunas personas, un vicio no es suficiente. El cigarrillo y el alcohol -por ser legales y socialmente aceptados- resultan por lo general las drogas que introducen a algunos al mundo de las adicciones. Después vienen el kenke (marihuana), la cocaína, la heroína, el éxtasis y cualquier otra porquería.
Una sola de estas drogas es capaz de convertirnos en zombies; controlarnos al punto de que no podemos funcionar si no nos intoxicamos. Al final, quedamos tirados en un cuarto como piedreros.
Como las desgracias nunca vienen solas, las personas que viven frecuentemente intoxicadas quedan metidas en otras adicciones, las cuales no pueden controlar porque casi nunca se encuentran en sus cinco sentidos.
Hablamos de la adicción a los juegos de azar y las apuestas, vicio que está acabando con los bolsillos de los panameños hoy día. Frecuentemente podemos ver en las puertas principales de los casinos de este país a mujeres ahogadas en llanto por haber despilfarrado en las máquinas el dinero de la quincena, para comprar la comida de los hijos.
Es realmente triste ver a algunos clientes frecuentes de los casinos. Siempre con un cigarrillo en una mano y un trago en la otra, fijándose atentamente en la carrera de caballos, y y tomándose un tiempo para jugar en la máquina tragamonedas.
Pareciese que no tuvieran amigos ni vida social fuera del casino. A cualquier hora puedes encontrarlos ahí mismo, sentados casi siempre en las mismas sillas, y con una expresión de aburrimiento.
La alimentación sana, el ejercicio y una vida activa son los únicos antídotos para combatir la vida del vicioso. Claro, todo precedido por la fuerza de voluntad para querer cambiar.