CENTRO AMERICA Ex generales salvadoreños declarados inocentes en asesinato de monjas norteamericanas

West Palm Beach
Florida / AP
Un jurado federal declaró ayer inocentes a dos generales retirados salvadoreños en relación con el asesinato en 1980 de cuatro monjas norteamericanas muertas en El Salvador. El jurado decidió que el ex ministro de Defensa salvadoreño José Guillermo García y el ex director de la Guardia Nacional de El Salvador, Carlos Eugenio Vides Casanova, no fueron responsables de los asesinatos Las víctimas fueron violadas y asesinadas por varios soldados salvadoreños. Los generales no estaban en el tribunal cuando el jurado de 10 miembros dio su veredicto. Pero al escucharse la lectura de éste, se escuchó un suspiro de disgusto de los parientes de las mujeres muertas y los abogados que presentaron el pleito civil. El juicio comenzó hace tres semanas con fotos de los cadáveres de las monjas Ti Ford, Mara Clark y Dorothy Kale y la misionera Jean Donavon proyectadas en una pantalla. Los familiares de las víctimas pedían 100 millones de dólares de indemnización más otras multas punitorias. Pero dijeron durante el juicio que serían felices de ver a los generales obligados a abandonar su retiro para volver a El Salvador y esperaban que el fallo permitiera al servicio de inmigración tomar esa decisión. Los abogados de los familiares presentaron documentos para demostrar que los generales no hicieron nada por impedir que sus soldados mataran a miles de salvadoreños, entre ellos un arzobispo católico, seis sacerdotes jesuitas, médicos y campesinos. El abogado de los generales mostró un vídeo producido por los militares en el cual García pedía a los soldados que respetaran los derechos humanos de sus compatriotas. Es la primera vez que los presuntos autores de crímenes de guerra en otro país son juzgados en Estados Unidos. García, de 67 años, y Vides Casanova, de 62, se radicaron en Florida en 1989 y recibieron la residencia en Estados Unidos porque nunca se los declaró culpables de un crimen. García alegó que huía de amenazas de muerte. Vivieron plácidamente en barrios de clase media hasta que un periodista denunció su presencia a los familiares de las monjas. Luego de fracasar en el intento de juzgarlos en El Salvador, los familiares acudieron a las cortes norteamericanas. Cinco agentes de la Guardia Nacional salvadoreñas fueron condenados por los asesinatos cometidos el 2 de diciembre de 1980 y condenados a 30 años de prisión. Aparentemente, los escuadrones de la muerte sospechaban que las monjas simpatizaban con las guerrillas izquierdistas. El crimen provocó indignación en Estados Unidos, en parte porque el gobierno norteamericano de entonces apoyó al gobierno salvadoreño en la guerra civil de 1980-1982.
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