Según Julio Yao, mientras pronunciaba su discurso, el canciller Varela murmuraba con una persona que estaba a su lado y demostraba algún desagrado con sus palabras y frente a ese hecho obvio se vio en la obligación de pedirle respeto y que me dejara terminar mi disertación. Dio a entender que yo estaba tergiversando la historia, y lo mismo me espetó la ministra de Educación, Lucy Molinar, afirmó Yao.
Para Yao es lamentable que el Canciller perdiera la compostura y diera lugar a que se tejiesen las más absurdas teorías, una de las cuales atribuye mi discurso a un complot del Partido Revolucionario Democrático, del cual no soy miembro.
De acuerdo con Julio Yao, tenía la ilusión de que el actual gobierno respetara la libre expresión y el derecho del Consejo Municipal de invitarme sin ponerme condiciones de ninguna naturaleza, a sabiendas de que el suscrito hablaría únicamente de los hechos de la historia, hechos ocultos y desconocidos que requieren ser expuestos a la luz para hacer posible la recuperación de la memoria histórica.
En parte de su discurso, Yao también resaltó que en la separación de 1903 murieron dos asiáticos: Wong Kong Yee, en Salsipuedes; así como otro chino, de nombre desconocido, en la Playa de la Marina, víctima de una granada. La otra víctima fue un caballo de paso peruano que pertenecía a Enrique Linares.
Yao alegó además que la muerte del general Omar Torrijos y la invasión que derrocó al general Manuel Antonio Noriega, fue un plan norteamericano contra Panamá ante la intención de ambos militares de gestionar ante Japón la ampliación del Canal.
El orador resaltó también que ante el Mausoleo de los Soldados de la Independencia, debíamos recordar a los Mártires de Enero y a quienes combatieron la invasión del 20 de diciembre.