No sólo los presos por drogas llevan una vida azarosa, sino también los que enfrentan cargos por homicidio, violación carnal, robo, hurto, peculado y otros delitos.
Todos tienen que adaptarse a un sistema lento y con la esperanza de salir libres algún día.
La estadía puede resumirse en bárbaro hacinamiento, morosidad judicial, lejos de la familia, malos tratos y borrosa resocialización.