REFLEXIONES
Consumidores vulnerables

Carlos Christian Sánchez C.
Si Tarzán estuviera viviendo en Panamá, estaría muy cómodo aquí, puesto que las Leyes de la Selva parecen estar vigentes en lo que se refiere a los precios de los productos básicos y los servicios públicos. El Consumidor es la víctima dentro del ciclo económico. El León se come al animal más chiquito. Mírese en ese espejo; luego entenderá que los panameños estamos desprotegidos frente a los intereses de los empresarios nacionales y extranjeros, que imponen sus precios para ganar millones de dólares en sus cuentas de ahorro y crédito. Mientras que las grandes transnacionales petroleras, al mejor estilo de la época cuaternaria, golpean a todos los conductores de autos, con los precios de la gasolina y el diesel, ahora el problema de la subida de los aranceles de importación pronostican una elevación de los alimentos. Estos problemas sociales y económicos que viven la mayoría de los ciudadanos panameños fueron estudiados, recientemente, por un Foro Taller efectuado por el Parlamento Centroamericano (PARLACEN) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Una de las expositoras, la Señora Leticia Rodríguez Moscoso, mencionó que la Tolerancia en la Cultura de Paz, eran fundamentales para la subsistencia de la Democracia en la América Latina, en la región centroamericana y Panamá. Pero se agregó en las discusiones de ese seminario que debía existir un marcado respeto de los empresarios hacia con los consumidores. No puede haber paz, ni tolerancia, si se abusan de las bondades del pueblo. El problema del control de los mercados de consumo, por parte de monopolios y oligopolios privados, generan nuevas crisis en las naciones en vías de desarrollo. No se nos pueden olvidar las palabras de otro expositor, el diputado guatemalteco Gerson Prado, el cual mencionó la realidad sobre la falta de organización de las comunidades centroamericanas, para enfrentar el reto de la Globalización Salvaje, las privatizaciones y el alto costo de la vida. ¿Quién defiende a los consumidores? ¿Qué podemos hacer frente a las presiones psicológicas y brutales de los agentes comerciales que dominan el mercado? Esas preguntas crean las dudas sobre la existencia de una verdadera democracia en nuestra América Hispana, más aún cuando se nos inculca en las universidades que la base de la libertad está en la convivencia pacífica. Casualmente, durante ese mismo fin de semana en que participé de la actividad del PARLACEN y la UNESCO, en el Hotel EL PANAMA, tuve la mala experiencia de haber sufrido los rigores de ese sistema macabro que afecta a los consumidores de los servicios públicos. El día jueves 14 de octubre recibo la noticia de que ELEKTRA NORESTE no acogerá nuestro reclamo por la pérdida de un aparato electrodoméstico, puesto que ellos alegan la no-responsabilidad en las fluctuaciones de energía eléctrica que ocurrieron en septiembre pasado. ¿Se imagina usted lo que cuesta reparar un refrigerador? Eso fue lo que se dañó, en mi casa, por las gracias de la tecnología privatizada, las concesiones administrativas de ese servicio público dadas a empresas de dudosa naturaleza, hoy compartidas con capital extranjero y panameño. ¿Y que hace el ENTE REGULADOR? La respuesta: CASI NADA. Sólo enviar a los despachos de los periodistas, varias notas diciendo que ELEKTRA NORESTE no tiene la culpa de los problemas eléctricos, los apagones ocasionales y la destrucción de los aparatos domésticos. Por eso, volvemos al punto de la necesidad de que los ciudadanos debemos AGREMIARNOS, para enfrentar los retos de las privatizaciones, los abusos de los productores de alimentos, los encargados de los servicios públicos de energía eléctrica y otros.
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