¿Por qué hay tantos niños y adolescentes que se meten en problemas? ¿Por qué tantos andan fumando por ahí? ¿Cuál es la causa de que tantos beban y tomen drogas a temprana edad? ¿Cómo es que algunos solo se meten a su cuarto a jugar videojuegos y se aíslan del resto del mundo? ¿Hay alguna explicación por la cual algunos chiquillos que se van de la casa? ¿O se escapan de la escuela? Y el alto porcentaje de fracasos escolares... ¿es culpa exclusiva de nuestro sistema educativo?
Si usted se ha hecho estas preguntas como padre, tal vez la respuesta la tenga usted mismo. Tal vez las verdaderas preguntas que debería hacerse son: ¿Le dedico suficiente tiempo a mi hijo? ¿Lo ayudo a estudiar? ¿Converso con él sobre lo que le preocupa? ¿Lo saco al cine o a la playa?
Sí, es cierto; es muy difícil sacar tiempo para tanta cosa. Que si pararse temprano para agarrar un bus vacío y meterse en la marea del tranque y no llegar tarde al trabajo o la escuela; que si trabajar todo el día; que si buscar y buscar algún lugar donde trabajar, porque me botaron del empleo; que si los parientes enfermos, los compromisos académicos o laborales; que si volver a sumergirse en el desbarajuste del transporte público y llegar a la casa tarde en la noche...
Después de semejante rutina casi no queda ni tiempo ni energía para sentarse con los hijos a hacer la tarea. Pero bueno, no hay de otra; "tenemos" que hacerlo.
Algunos dirán que es injusto, que no se debiera obligar a los padres a despedazarse de esa manera, porque la vida es corta, amarga, sin muchas gratificaciones, y que si no vivimos ahora no tendremos oportunidad mañana, que nunca llega.
Todas estas excusas funcionan para algunos que n tienen escrúpulos. Pero para el padre y la madre interesado, que primero y último siempre son sus hijos, a quienes aman, el tiempo de uno no importa, las necesidades de uno van al final de la lista, los intereses de uno son rezagados en beneficio de la chiquillera que no pidió nacer, y espera de nosotros todo.
Eso es ser papá y mamá: morir un poco todos los días, dándole nuestro tiempo y nuestra energía a los hijos, a los niños inocentes que se alegran cuando estamos con ellos.
Cuando no les ponemos atención, es que suceden todas las desgracias con menores de edad que vemos en este y otros medios de comunicación.