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REFLEXIONES
"La conspiración colombiana"
Carlos Christian Sánchez
El titular de Reuters describía lo esencial de aquel trágico hecho armado que sacudió un poblado en el Darién: "Incursión guerrillera en Panamá deja una niña indígena muerta". Era la tercera noticia en importancia, después de los encabezados concentrados en el Oriente Medio y Europa. Como profeta al que nadie escuchaba, Monseñor Rómulo Emiliani había advertido al gobierno panameño por más de cuatro años sobre las usuales incursiones de irregulares colombianos. El robo, el tráfico ilegal de armas, el narcotráfico, el pillaje y las matanzas son comunes en la vecina región del Urabá. Miles de refugiados se movilizan hacia nuestras tierras, debido a la nueva violencia en Colombia, mientras que los paramilitares y los frentes guerrilleros de las FARC persiguen sin descanso a los colaboradores civiles de uno y otro bando. Empero, la moda creada por la posible intervención indirecta de los Estados Unidos en el conflicto colombiano, ha sugerido la idea no tan irreal, de que agentes encubiertos de la NSA y la CIA (entidades ultrasecretas de espionaje, con sede en Quantico, cerca de Washington D.C.) estén detrás de las maniobras de algunos grupos paramilitares, para obligar al gobierno panameño a entrar con todo en el campo de batalla de nuestro vecino sudamericano. El poblado de Nazareth, aldea humilde compuesta por indios emberá-wounam o chocoes, no merecían ser atacados porque es ilógico y no estratégico asesinar a meros civiles inocentes, desarmados. Por ello, no entendemos la causa u oscuros orígenes de una incursión de efectivos colombianos, al parecer paramilitares, sobre dicho sitio. Es así que los expertos de la política internacional en Panamá y Latinoamérica, consideran que esos elementos subversivos están haciendo un "show" o simulacro de enfrentamiento, para que la Presidente Mireya Moscoso acceda a las presiones norteamericanas que buscan instalar una gran base militar en el Darién. Tampoco se descarta el regreso de los marines y la aviación estadounidense a Howard. Por supuesto, esa es otra situación que abarca claramente el denominado "Plan Colombia". Hay que involucrarse a los Estados Unidos vecinos del gobierno en Bogotá, para que se vea una especie de coordinación regional para supuestamente acabar con el narcotráfico y las plantaciones cocaleras en el Amazonas colombiano. Desde 1948, cuando ocurrió el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, el líder liberal martirizado por la causa popular, Colombia se sumió en otro espiral de violencia desmedida que incluso se agudizó entre 1861 y 1989. Más tarde, el factor político de las guerras entre conservadores y liberales fue apartado por el creciente nivel de la insurgencia izquierdista. Según estudios de las organizaciones que vigilan el movimiento y status de refugiados, más de dos millones de colombianos pululan por dicho país; después, con tristeza se describe la insensata matanza de más de medio millón de personas desde 1948 en las guerras colombianas. Panamá debe mantener su neutralidad. Igual, debemos escuchar las recomendaciones de los exmilitares panameños como el General Rubén Darío Paredes, quien propugna por reestructurar la Fuerza Pública, resideñar los cuerpos de seguridad istmeños y reforzar las unidades fronterizas con elementos especializados para la guerra en selva. Es decir, ante la falta de un ejército que proteja nuestro país, debemos hacer una entidad defensiva vinculada a la custodia de la ciudadanía y el respeto de la democracia. Y en cuanto a las incursiones, bueno, hay que evitar caer en la trampa de algunos interesados en involucrar a Panamá en la peor guerra civil de la historia americana, puesto que si nos adentramos en el conflicto colombiano, estaremos repitiendo la Guerra de Vietnam, cuando los países fronterizos del territorio indochino también recibieron su sangría en vidas y pérdidas materiales.
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