Los milagros del Nazareno

Enrique Watts
Crítica en Línea
Son miles los que dan fe de los milagros que han recibido al pedir un favor a la imagen de Jesús Nazareno de Portobelo, el Cristo Negro que es conocido por todos en todas partes del mundo, pero que en cada persona deja una huella inolvidable. El caminar largas distancias, inclusive desde el interior del país hasta la histórica ciudad de San Felipe de Portobelo, refleja en cada hombre y mujer, el compromiso de dar gracias por un deseo muy grande que se haya concretado. El testimonio de Adriana Santizo Muñoz, es significativo y aunque pudiera ser parecido a otros cientos, en ella hay algo que lo hace especial y es precisamente el haber podido salvarse de la muerte en medio de tanta inseguridad. Esta dama de 48 años, piel clara y una estatura de 1.69m. relató como su fe pudo más que el peligro, cuando en cuestión de minutos su vida peligraba y el sólo pensar y encomendar su existencia al Cristo Negro pudo mantenerla respirando y ver crecer a sus hijos y su primer nieto. Encontrándose una tarde viajando en un autobús hacia Las Tablas, provincia de Los Santos, Adriana Santizo, con otras 60 personas, intentaba llegar a los carnavales a toda prisa, sin importar los reglamentos de tránsito. En una curva luego de pasar Aguadulce, el conductor del bus pierde el control y la excesiva velocidad lo hace salirse de la vía y colisionar con un árbol para luego volcarse. Nadie murió, pero más de una docena de heridos graves entre ellos Adriana, estaban a punto de perder la vida. La hoy señora, que en ese entonces contaba con 28 años, manifiesta que sus dos piernas quedaron fracturadas, el yeso que le adaptaron en la clínica la mantuvo inmóvil por más de 6 meses, lo que la hizo sufrir altos grados de desesperación y tristeza, que en medio de la soledad la hacían casi inútil. Su mente iluminada le hizo pedir con fe a una estampita de Jesús Nazareno, que le devuelviera la oportunidad de caminar, a cambio ofrecería sus piernas para que la transportaran todos los años a Portobelo y de rodillas ingresar a la iglesia y rendir tributo. No pasaron dos meses cuando al dejar el yeso que cubría sus piernas, inicia una terapia que le permite recuperar el balance de su entonces pesado cuerpo. Su primera gracia al Cristo Negro la hizo en compañía de su hermana Ana María, quien la llevó en un carro, al año siguiente empezó su caminata desde Sabanitas hasta Portobelo, peregrinaje que aún realiza. "La fe puede más que otra cosa y Él (refiriéndose a Jesús Nazareno) me ha permitido conocer que está para todos, en todos los problemas", expresó la creyente. Adriana Santizo Muñoz en la actualidad vive en Samaria, San Miguelito, tiene 4 hijos, José Manuel, Carlos Manuel, Luis Carlos y Adriana del Carmen, que le ha dado su primer nieto, Carlos Adrián.
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