EDITORIAL
Semana de truenos y relámpagos
El artero ataque perpetrado por paramilitares colombianos a la población fronteriza de Nazareth, fue la nota principal de la presente semana en los medios de comunicación y que conmovió a la ciudadanía por el hecho de que falleció una niña y varios policías quedaron heridos. Los más escépticos tendrán que darle ahora la razón a Monseñor Rómulo Emiliani, que había advertido de las amenazas de muerte contra su persona, pero nuestras autoridades minimizaron tales amenazas como si fueran una fantasía del ilustre prelado. Confirmados ya los hechos, el panorama se presenta sombrío en la frontera colombo-panameña, lo que es un mal agüero si se toma en cuenta que una serie de hechos negativos inciden en el acontecer nacional. La suspensión de los cruceros en Colón, la rebeldía de los transportistas de Panamá Oeste a los cuales se quiere obligar a que usen la terminal de transporte de Albrook Field, las presiones por que se aumente la tarifa del transporte colectivo, y las manifestaciones cotidianas que se dan por la alta carestía de la vida, no proyectan una buena imagen de este país estancado por la desaceleración económica; a todo esto, los despedidos masivos, las denuncias por corrupción y la incertidumbre por la aprobación del presupuesto que según algunos parlamentarios está "inflado"; todo ello produce una frustración por la lentitud de este gobierno en sus modus operandi. El país sufre un vacío porque se han saltado las jornadas patrióticas para darle prioridad a la aberrante fiesta de brujas (Halloween) y a la Navidad, porque ello le resulta más rentable a los comerciantes. Y mientras esto ocurre, la Presidenta Moscoso se reúne con sus colegas de Venezuela y Colombia para tratar temas trascendentales que repercutirán en la economía nacional. Panamá parece un barco de corcho que navega en un mar tormentoso y que no se hunde porque Dios parece haber nacido en el suelo patrio. La recesión ha hundido sus garras en el alma de los panameños y el desempleo galopante se enseñorea por doquier. Pero nos preocupa más la Serie Mundial de Béisbol, los partidos de fútbol, los bailes, el jolgorio y mostramos una gran despreocupación por cuestiones que deben merecer nuestra atención. Y es que la idiosincrasia panameña indica que nos preocupamos de lunes a viernes, en horario laborable, y el fin de semana nos entregamos a fiestas sin darnos cuenta de que a este país lo están afectando truenos y relámpagos políticos.
PUNTO CRITICO |
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