CUARTILLAS
Mañana, 20 de octubre
Milciades A. Ortiz Jr.
Mientras pueda, no me cansaré
de decir dos verdades sobre lo ocurrido el once de octubre del 68: Primero,
que fue un vulgar cuartelazo (golpe militar) y segundo, que los civiles
politiqueros fueron responsables en gran medida del ascenso al gobierno
de los militares.
Tal vez haya que añadir que los militares no tenían ningún
proyecto de gobierno. Es falso eso del "proceso revolucionario"
como excusa para el golpe.
Se trató, sencillamente, de que unos militarotes no quisieron
perder sus privilegios y autoridades, ante la presencia de un gobierno nuevo.
A propósito, la historia debe indicar ya que el Dr. Arnulfo Arias
no supo manejar debidamente la delicada situación. El sabía
que no tenía todo el control del Estado, y menos de los militares.
Por eso, a las causas del golpe militar hay que agregar un ingrediente
más: la poca eficacia política del Dr. Arias, ante un hecho
real: los militares tenían mucho poder en Panamá (poder que
se expresó en la presidencia del Coronel José A. Remón
Cantera, quien murió siendo mandatario y nunca se supo quién
o quiénes lo mataron).
Han pasado treinta años del golpe y todavía las heridas
están abiertas para algunos; varios de los protagonistas viven y
se activan en la vida nacional de una forma u otra. Por eso tal vez unos
callen, y otros no quieran revolver el análisis crudo de lo ocurrido...
Pero las nuevas generaciones deben saber la verdad, para no volver a
cometer los mismos errores del pasado (recuerdo eso de que "la historia
se repite en espiral").
Pienso que en estos momentos se están dando algunas circunstancias
parecidas (no iguales) del sesenta y ocho, en lo que se refiere al relajo
de los civiles politiqueros.
Por más que escriban, hablen, señalen, que hay que "pensar
primero en la patria, muchos de nuestros políticos hacen lo contrario.
Pareciera que se olvidaran que por ese relajo y poca responsabilidad ciudadana,
fue que los militares se encaramaron en el poder hace treinta años...
Y no me vengan con el cuento de que "ya no existe ejército,
ya no hay militarismo en Panamá". La invasión (liberación?)
norteamericana destruyó al ejército panameño en lo
físico, pero no en sus mentalidades.
¡Sólo basta con ver a algunos mandamases del ayer cómo
hablan ahora en Democracia! Gente que debería estar expiando sus
culpas contra el pueblo panameño, devolviendo lo que se robaron,
quieren convertirse en guías de la opinión pública
y política del momento.
Aunque falta poco para que la Policía tenga la misma cantidad
de miembros que cuando Noriega, hay que sumar los miles de para-militares
convertidos en "agencias de seguridad" que existen en esta época.
Varias de esas agencias están dirigidas por gente que formó
parte de la dictadura militar.
¿Quién puede asegurar que luego que se vayan los gringos
del Canal, no resurgirá el monstruo del militarismo en Panamá?
Da dolor a los civiles democráticos el espectáculo de las
próximas elecciones, donde afloran las vanidades, intereses politiqueros
y económicos, en todos los bandos, tanto de gobierno como de oposición.
Los que sabemos algo de sociología comprendemos que los fenómenos
sociales pueden repetirse y darse, aunque nunca hayan ocurrido antes. En
Chile antes del 73, muchos intelectuales se jactaban de que "en Chile
nunca podrá ocurrir un golpe militar, porque aquí los militares
respetan la Constitución".
Muchas lágrimas y sangre costó al pueblo chileno aprender
la lección, de que los hechos sociales pueden ocurrir en cualquier
país (en este caso, el golpe militar). Allá también
los civiles tuvieron gran parte de culpa por lo ocurrido.
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