MENSAJE
El hombre propone
- Hermano Pablo
- Costa Mesa, California
Lo tenía todo planeado
a la perfección. Se casaría con su amada labradora, que por
cierto era bastante robusta, y la criatura que tendrían moriría
poco después de nacer. Ante eso su mujer no tendría más
remedio que meterse a nodriza, y él, porro y haragán que
era, se daría la gran vida.
Pero sucedió todo lo contrario: se casó, tuvo gemelos,
y su pobre esposa falleció de sobreparto. Ante eso le tocó
trabajar mas que nunca, hasta la fatiga, para tener con qué alimentar
a los gemelos, pues ellos comían como elefantes. De ahí la
célebre frase: "salirse a uno las cuentas del cardador",
pues el cardador de aquel cuento era el respetado autor Tomás de
Kempis, quien en su conocida obra titulada Imitación de Cristo, puso
en circulación la sentencia, que se convirtió en refrán:
"El hombre propone y Dios dispone."
Es importante resaltar que Tomás de Kempis no hizo más
que poner en circulación la sentencia, pues lo cierto es que tiene
otro autor. Aparece en el libro de los Proverbios como uno de los proverbios
del sabio Salomón, traducido textualmente en la Nueva Versión
Internacional de la Biblia así como reza el refrán: "El
hombre propone y Dios dispone". Más adelante Salomón
lo recalca con el siguiente proverbio: "El corazón del hombre
traza su rumbo, pero sus pasos los dirige al Señor".
No hay duda de que a menudo en la vida las cosas nos salen al revés
o muy diferentes de como las planeamos. Siendo así, ¿por qué
será que tenemos la tendencia a proceder, al igual que Kempis, como
si pensáramos que el futuro está en nuestras manos? Parece
que es precisamente esa preocupación la que motiva al apóstol
Santiago a llamarles la atención a los que hacen alarde sobre el
mañana. Les encara su presunción, sin rodeos, en los siguientes
términos: "Ahora escuchen esto, ustedes que dicen: "Hoy
o mañana iremos a tal o cual ciudad, pasaremos allí un año,
haremos negocios y ganaremos dinero". ¡Y eso que ni siquiera
saben qué sucederá mañana! ¿Qué es su
vida? Ustedes son como la niebla, que aparece por un momento y luego se
desvanece. Más bien debieran decir: "Si el Señor quiere,
viviremos y haremos esto o aquello". Pero ahora se jactan en sus fanfarronerías.
Toda esta jactancia es mala".
Más vale que sigamos ese consejo, de modo que cuando hagamos planes,
digamos de corazón y no de labios nada más: "Si Dios
quiere". Así, en vez de salirnos las cuentas del cardador, se
hará realidad en nuestra vida un proverbio más que nos deja
Salomón: "Pon en manos del Señor todas tus obras, y tus
proyectos se cumplirán".
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