Presidente cubano Fidel Castro clausura
Cumbre
Antonio Martínez / Oporto - Portugal
AP
El presidente cubano, Fidel
Castro, atrasó más de tres horas la clausura de la VIII Cumbre
Iberoamericana, acaparando con su proverbial incontinencia oral la ceremonia
de la firma de la "Declaración de Oporto'' y la posterior rueda
de prensa.
Su colega de Perú, Alberto Fujimori, abandonó Oporto sin
aguardar a que terminara la reunión debido a la maratónica
divagación de Castro sobre la situación financiera internacional,
salpicada de citas, anécdotas, apostillas, reflexiones filosóficas
y recuerdos personales.
"Espero que (Castro) no vaya a interpretar mal el que yo me esté
retirando... Tengo una urgencia por el tiempo'', dijo Fujimori a una emisora
portuguesa al abandonar la vieja Alfándega (Aduana) en la que se
celebró la Cumbre.
El presidente peruano ha sido uno de los triunfadores de la jornada,
junto con su colega ecuatoriano, Jamil Mahuad, al anunciar que dejaron en
manos de los llamados "países garantes" (Argentina, Brasil,
Chile y Estados Unidos) la delimitación del sector fronterizo por
el que han ido a la guerra tres veces en este siglo.
Y los garantes han anunciado que esperan tener esta misma semana el veredicto,
que deben acatar obligatoriamente Perú y Ecuador.
Otro triunfador de la VIII Cumbre ha sido el presidente colombiano, Andrés
Pastrana, que recibió apoyo "firme e incondicional'' al proceso
de pacificación de su país.
Aunque su alegría ha sido apagada por la noticia de que esta madrugada
unos 35 colombianos murieron y cerca de cien resultaron heridos por la explosión
en un oleoducto, tal vez causada por un atentado terrorista.
La solución del litigio ecuato-peruano no estaba en la agenda
de la cumbre de Oporto, pero a última hora se incluyó en el
texto de la declaración y Fujimori y Mahuad fueron aclamados por
sus colegas.
Lo que si decía el programa oficial era que Fidel debía
hablar sólo unos minutos antes de la firma de la declaración,
para anunciar el punto central de la agenda de la próxima cumbre,
que se celebrará en La Habana a fines de 1999.
Pero el anuncio le llevó algo más de una hora y cuarto,
tiempo en el que, en varias formas, aseguró que él había
advertido -y desde hace tiempo- que la actual crisis financiera se iba a
producir, porque la semilla del desastre germina en el mismo seno del neoliberalismo.
La crisis financiera mundial ha sido la principal preocupación
de todos los gobernantes iberoamericanos en la Cumbre y así se refleja
en la "Declaración de Oporto'', pero en términos bastante
diferentes.
Otros asuntos destacados del documento son la cooperación iberoamericana
y las relaciones de esta región con la Unión Europea.
Cuando llegó el momento de la firma, los otros oradores en la
ceremonia, el presidente de Portugal, Jorge Sampaio, y el de Venezuela,
Rafael Caldera, ventilaron sus respectivos discursos en unos cinco minutos
cada uno.
Pero Fidel no se amilanó con el retiro de Fujimori, ni con las
caras largas de otros colegas iberoamericanos, ni con las risas de algunos
asistentes a la ceremonia.
Pidió disculpas varias veces por extenderse, pero se despachó
a gusto hasta que le pasaron un papel de aviso.
Tampoco fue conciso en la rueda de prensa con la que se clausura habitualmente
cada reunión presidencial.
Caldera, que asiste a su última cumbre iberoamericana a sus 82
años, no resistió la capacidad oratoria de Castro y, tras
disculparse, abandonó la sala mientras éste seguía
hablando.
"He cumplido con mi compromiso con los periodistas y he venido gustosamente
a atenderlos, pero creo que la duración de esta rueda de prensa ha
excedido la duración programada'', se excusó Caldera mirando
hacia su reloj de pulsera.
Antes de marcharse, el presidente venezolano explicó a los periodistas
asistentes que, si lo deseaban, podían quedarse con Castro en la
sala.
Con ellos tuvo que quedarse también el primer ministro portugués,
Antonio Guterres, presente en su calidad de anfitrión de la Cumbre
de Oporto.
Pero Fidel Castro, sin hacer caso de las deserciones de sus colegas,
continuó hablando. Lo siguió haciendo incluso después
de que había terminado la rueda de prensa con más de tres
horas de retraso respecto a la agenda oficial. La señal de televisión
interna de la cumbre siguió emitiendo su imagen, pero ya no se le
escuchaba.
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