Domingo 18 de oct. de 1998

 








 

 


EDITORIAL
Año de los ahorcados e imitación de la vida

Por razones económicas y causas sentimentales, crece el número de suicidas que deciden quitarse la vida ahorcándose. Este año 1998, han sido 75 las víctimas, entre ellas tres mujeres, lo que nos obliga a enfocar este problema social que se constituye en un estigma de nuestra sociedad,

El deterioro del entorno, con todos sus traumas de violencia y la falta de motivación por la alegría de vivir que afecta a muchos ciudadanos, ya ha hecho crisis, aunque los sociólogos locales le resten importancia porque el número de suicidas en Panamá, comparado con otras naciones, todavía es muy bajo.

El desaliento es contagioso y una comunidad sin ilusiones proyecta una sociedad enferma. Los suicidas recurren al método menos estridente y más barato para quitarse la vida por medio de un cordel o soga resistente. Pero insistimos en no ser indiferentes con ese problema que lastima la sensibilidad de todo un pueblo, ya que la opción es deprimente ante la falta de respuesta de nuestras autoridades que se pierden en las alturas de la globalización de la economía, pero que no atienden sencillos problemas domésticos de masas que engrosan la legión de irredentos porque rumian sus frustraciones y miserias.

En Panamá debemos de despertar optimismo. Hacer que la vida sea más placentera y que la mayoría de los ciudadanos tengan fe en el futuro. Eso se ha ido perdiendo en la medida que hemos vendido la idea de que es más importante el progreso económico que el bienestar social. Y vemos que cada día hay mayor descontento contra las privatizaciones y todo lo que tenga sabor a globalización porque aumenta la carestía de la vida, pero no así los emolumentos de los asalariados.

En un país como el nuestro, donde es galopante el desempleo y se le cierran las puertas a elementos cesantes que quieren dejar de serlo, no debemos extrañarnos que esa sea la actitud de los desheredados de la fortuna cuando la desesperación y angustia tienda un cerco sobre sus hogares. Pero podemos evitar que más panameños pierdan la vida siendo más humanos. Que los servicios públicos los reciban más panameños con facilidad y con menos trabas burocráticas. Que los funcionarios sean menos difíciles. Que haya la actitud de que sea un país más alegre y menos triste. Que no vengan de afuera a imponernos esquemas extranjeros ni modelos de "american way of life" para acabar con nuestra alma provinciana.

Preferimos quedarnos así con nuestro bucólico ambiente que adoptar la dureza de la jungla de acero y cemento. En la medida que rectifiquemos, habrá menos suicidas y ahorcados por imitar un estilo de vida que no es el nuestro.


 

 

 

 


 

AYER GRAFICO
Ceremonia de transmisión de mando de la Asociación Panameña de Locutores.


CREO SER UN BUEN CIUDADANO
Sin embargo, riño con todo el mundo.


OPINIONES



 

 

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