FAMILIA
Aventuras en el Expreso del Opio
James A. Inciardi
Es evidente cultivo de amapolas
opiáceas ilícitas en Guatemala, el Líbano, México
y quizás otras naciones, la producción anual mundial dispone
para ser refinada a fin de obtener heroína es probable que llegue
a unas 4.000 ó 5.000 toneladas métricas.
El proceso actual que culmina en el consumo de heroína en las
calles de Estados Unidos rural y urbano empieza en las secciones remotas
del Triángulo de Oro y el Creciente de Oro. Allí, granjeros
de las tribus de las colinas usan las técnicas agrícolas más
básicas para cultivar la amapola de opio. El ciclo de cosecha anual
empieza a fines del verano, cuando los granjeros distribuyen semillas de
amapola por la superficie de sus campos recién arados.
Tres meses más tarde, la planta está madura: un tallo verdoso
que culmina en una flor de colores brillantes. Gradualmente los pétalos
caen a la tierra exponiendo una vaina más o menos del tamaño
y la forma de un huevo pequeño. Dentro de la vaina hay una savia
blanca y lechosa que se cosecha practicando una serie de incisiones paralelas
poco profundas a través de la superficie de la vaina. Cuando la savia
gotea de las incisiones y se congela sobre la superficie de la vaina, pasa
a tener un color marrón negruzco. Este es el opio crudo, que los
granjeros recogen rascando la vaina con un cuchillo chato y sin afilar.
Entonces los campesinos llevan el opio crudo a lomo de caballo hasta
una refinería local donde inmediatamente se lo convierte en morfina,
una práctica que prefieren los traficantes, dado que los ladrillos
compactos de morfina son más fáciles y más seguros
de contrabandear que las brazadas de opio pegajoso y punzante. La transformación
del opio crudo en morfina pues es un ejercicio de química rudimentaria.
El opio primero se disuelve en tambores de agua caliente. Se le agrega fertilizante
de limo a la solución hirviente, lo cual precipita deshechos orgánicos
y deja la morfina suspendida cerca de la superficie. Cualquier deshecho
residual se quita y la morfina se transfiere a otro tambor, donde se la
calienta, se la cuela y se la mezcla con amoníaco concentrado. La
morfina se solidifica y cae al fondo del tambor y se la filtra en forma
de pepitas blancas y rechonchas. Una vez seca y embalada, la morfina pesa
alrededor del 10% del opio crudo original del cual se la extrajo.
El proceso de transformar la morfina en heroína es un poco más
complejo y hubo una época, desde fines de la Segunda Guerra Mundial
hasta los años sesenta, en que Hong Kong y Marsella eran las capitales
mundiales de refinación de heroína. Hace poco tiempo, esta
industria se ha vuelto cada vez más dispersa, con laboratorios de
precisión también en las regiones de cultivo de opio en el
sudeste y el sudoeste asiáticos y en Turquía, Malasia y América
del Sur. El proceso de refinación se realiza en cinco estadios para
unir químicamente ácido acético a la molécula
de morfina, generando así una sustancia que puede transformarse en
el polvo conocido como heroína. Diez kilos de morfina pueden producir
una cantidad equivalente de heroína que tiene entre un 80 y un 90%
de pureza.
El tráfico de la heroína refinada desde los laboratorios
clandestinos a los puertos de Estados Unidos implica una elaborada red organizativa
de rutas de transporte, correos y pagos.


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Capacitan a obreros panameños en Inglaterra
y Hong Kong
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