Algunos alumnos se sienten confundidos cuando les grito que "Panamá es un país rico". Luego explico que el problema es que hay mala distribución de la riqueza. Eso sí lo entienden. Ahora los confundo más cuando agrego que los panameños somos derrochadores.
¿Cómo se puede ser derrochador cuando por lo menos el cuarenta por ciento de los panameños vive en la pobreza?.
A veces creo que existen por lo menos dos Panamá. Uno el de las estadísticas y otro es el de la realidad, aunque a veces no tenga explicación.
He aquí un ejemplo fácil de saber y difícil de explicar. Una tercera parte de todos los panameños que trabajan ganan sueldos menores de doscientos cincuenta balboas al mes.
Con esa plata no sale ni para la bendita "canasta básica".
Pero al lado de esta realidad hay otra muy distinta, que también espanta y no se comprende.
En maquinitas y casinos, de enero a julio de éste año los panameños (y unos cuantos turistas) se gastaron la "friolera" de cuatrocientos diecinueve millones con novecientos mil balboas.
¡Sólo son siete meses! Esto representó un aumento del veintitrés por ciento respecto al año pasado. Son datos serios, de la Contraloría.
Después ve Ud. a los panameños protestando por el aumento de dos centavos a la leche o el pan.
Y el asunto del derroche no termina allí. Con orgullo se informa que en Lotería hemos gastado doscientos dieciocho millones con setecientos mil balboas... en sólo siete meses de este año.
Eso significa un aumento de siete por ciento en comparación con el año pasado.
Creo que por eso los organismos internacionales de ayuda a los países pobres no nos hacen caso.
He repetido muchas veces que Panamá no es un país pobre.
Aunque el presidente distribuya como confeti miles de bonos de treinta y cinco balboas entre gente "muy pobre", nuestro país se da el lujo de derrochar centenares de millones de chingüia...
Me duele ver convertida la capital en una pequeña Las Vegas, aunque eso produzca empleos e impuestos.
Si los panameños hubieran gastado esos millones en pagar sus deudas, mejorar viviendas, comer mejor, buscar viviendas más amplias, seríamos un país rumbo al Primer Mundo.
Claro que cada uno "se gasta su plata como le da la gana".
Así me lo gritó un jubilado cuando le critique que gastara su quincena en juegos, y no en disfrutar de vacaciones fuera de la ciudad.
Luego no anden lamentándose que "la cosa está dura" y que hay mucha pobreza en Panamá.
