A ORILLAS DEL RIO
LA VILLA
Mediocridades

Santos Herrera
El joven estudiante estaba confuso. Caminaba, se sentaba, se paraba y seguía con esa angustia que lo intranquilizaba. Volvía a abrir el libro de física y rápidamente lo cerraba, preguntándose si en realidad el esfuerzo realizado en los últimos seis años valía la pena. Recordó las materias canallas como matemática, español, geografía, lógica, inglés y otras que no eran de su agrado y que tuvo que redoblar esfuerzos para aprobarlas. De nuevo toma el periódico, y la noticia le recuerda a José Ingenieros cuando dijo que el hombre mediocre es una sombra proyectada por la sociedad; que es por esencia imitativa y está perfectamente adaptado para vivir en rebaño. Esas palabras del filósofo argentino lo hicieron entonces comprender, que lo único que necesita un mediocre para ascender, es que los grupos que lo rodean sean iguales que él. El impaciente estudiante, enciende la radio y lo que escucha, le acelera la respiración y lo desespera. ¿Será posible tanta inmoralidad? ¿Hasta dónde se han trastocado los valores en este país? ¿Por qué no se reconocen los méritos a las personas que realmente son ejemplos para la sociedad? Estas interrogantes lo torturan. Desesperado busca su diccionario y se entera que la palabra mérito es definida como valor de las cosas debido al trabajo o habilidad puestas en ellos. Notable y recomendable. Más abajo lee que meritorio es aquella persona digna de premio o galardón. El estudiante graduando se pregunta: ¿cómo es posible que aquí se hayan declarado a personas como meritorias cuando sus actuaciones diarias riñen con la moral y los principios de honestidad? ¿Por qué tal distinción, si su conducta es un mal ejemplo, principalmente para la juventud? ¿Por qué se premia lo negativo y se niega reconocer lo bueno? ¿Cuántas maestras, profesores, poetas, profesionales, madres ejemplares, trabajadores honestos, escritores, deportistas, dirigentes cívicos y otras personalidades con suficientes méritos, no son tomadas en cuenta? Para tratar de calmarse, toma de nuevo el periódico y en las páginas de adentro un corresponsal del interior informa algo que lo saca de quicio. No puede creerlo y con enojo comienza a gritar : -Esto es el acabose. Estas declaraciones son tan irresponsables que ofenden a todos los colegios y universidades del país-. Hace una pausa pero no puede controlarse. Indignado vocifera : -Entonces, de acuerdo al Gobernador, no vale la pena quemarse las pestañas para obtener un título universitario, porque según este politiquero, no hay que ser idóneo para ejercer direcciones provinciales como la de Salud, IDAAN, MOP, Educación y otras. Que no hay que pedirles títulos, basta que sean de su partido y darle la oportunidad. Y para colmo, el Gobernador confiesa que él tampoco se siente idóneo para ejercer ese cargo-. El estudiante levanta el libro de física y se pregunta: En este régimen vale la pena estudiar? Deja el libro en la mesa, se acuesta, pero no puede dormir...
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