MENSAJE
Plaga universal de divorcios
Hermano Pablo
Vladimir y Ntieska, perdidamente enamorados, se dieron mutuamente el �s�� en un juzgado de Mosc�. Antoine y Michelle, perdidamente enamorados, se dieron mutuamente el �s�� ante un juez en Basilea, Suiza. Steve y Melody, perdidamente enamorados, se dieron mutuamente el �s�� en un juzgado de Los �ngeles, California. Y Kang y Tanako, perdidamente enamorados, se dieron mutuamente el �s�� ante un juez en Osaka, Jap�n. Antes de cumplirse el a�o de casados, Vladimir y Natieska, Antoine y Michelle, Steve y Melody, y Kang y Tanako -los ocho- estaban disolviendo su matrimonio en un tribunal de divorcio en sus respectivos pa�ses: Rusia, Suiza, Estados Unidos y Jap�n. �Dos de cada tres parejas se divorcian antes del a�o de casados en esos pa�ses -revela una ominosa estad�stica-, y la mayor causa del divorcio es el aburrimiento, acompa�ado de infidelidad y desavenencia.� El problema de estos divorcios no era la pobreza: todas las parejas ten�an buenos medios de subsistencia. Tampoco era la enfermedad: todas eran personas sanas, dadas al deporte. Ni era las diferencias ideol�gicas: todas pensaban y sent�an lo mismo antes de casarse. Tampoco ten�a nada que ver la religi�n. Los rusos eran ateos, los suizos eran cat�licos, los americanos eran protestantes, y los japoneses eran shinto�stas. La religi�n de cada pareja no influy� de manera decisiva en su divorcio. El problema fundamental -seg�n afirman los psiquiatras y los soci�logos- es el aburrimiento, un aburrimiento fatal que empieza a invadir a las j�venes parejas al mes de casados cuando comienzan a pasar tres o cuatro horas cada noche mirando juntos, insulsos, vac�os, rutinarios y aburridos programas de televisi�n. �Es la televisi�n un enemigo declarado de la felicidad matrimonial? Muchos psic�logos dicen que s�. Nuestros abuelos no ten�an radio ni televisi�n, se alumbraban con velas, engendraban familiones enormes, y sin embargo nunca pensaban en divorcio. No obstante, las parejas j�venes no necesitan volver a las velas de sebo y el candil de keros�n. Tienen en Cristo una fuente permanente e inagotable de vida, salud, dicha y espiritualidad. Y con eso no caer�n nunca en el aburrimiento, ni en la discordia, ni en la infidelidad, y alejar�n para siempre de su hogar el fantasma del divorcio.
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