EDITORIAL
Descubrimiento de América
Hace 509 años el navegante genovés Cristóbal Colón arribó a las costas isleñas de Guanahaní hoy isla Wattling (en Las Bahamas), el 12 de Octubre de 1492, dando inicio al proceso de asentar la hispanidad imperial en tierras americanas. Colón contaba con 41 años cuando llegó a América. Convenció a los Reyes Católicos para que financiaran la empresa del descubrimiento, quienes le concedieron los títulos de Almirante, Virrey y Gobernador de las nuevas tierras que descubriera. Así zarpó del Puerto de Palos el 3 de agosto de 1492 con las naves la Niña, la Pinta y la Santa María.
El 12 de octubre de 1492, Rodrigo Sánchez de Triana, divisó tierra. Colón pensó que había llegado a China y descubierto varias islas de la costa oriental de Asia, sin saber que estaba ante un nuevo continente. El descubrimiento de América permitió a los conquistadores españoles legarnos o imponernos su cultura, idioma, valores y creencias.
El Día de la Hispanidad, conmemoración del arribo triunfal de Colón, también conlleva a recordar la situación de nuestros indígenas, para los cuales la llegada del imperio español no fue más que una invasión. Las etnias indígenas en casi todos los países del continente viven arrinconadas en la pobreza indígena. En el caso particular de Panamá, hay casi 200 mil indígenas que enfrentan cotidianamente el yugo de la extrema pobreza y a pesar de que el gobierno ha declarado zonas de emergencia a las diversas comarcas, las acciones para aliviar ese mal no se han concretado y sólo se quedan en el discurso y las intenciones.
Hoy cuando se recuerda el Descubrimiento de América, Día de la Hispanidad o el Día de la Raza y ante los acontecimientos que sacuden al mundo, hay que resaltar que gracias a Dios, en Panamá viven en paz nacionales y extranjeros.
Cuando existe la amenaza de una guerra religiosa, nuestro país tiene la bendición de acoger en su territorio a colonias que en otros lares se enfrentan. Ojalá que por siempre Panamá sea un territorio donde no tenga cabida el enfrentamiento y donde impere el amor y la fraternidad entre nacionales y extranjeros, porque al fin y al cabo, todos somos hijos de Dios.
PUNTO CRITICO |
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