FAMILIA
Depresión infantil

Agencias
Internacionales
Hay confusión acerca de si los menores padecen los mismos trastornos del ánimo que los adultos. Diferentes corrientes psicológicas, como el psicoanálisis y el conductismo, concuerdan con la idea de que la depresión en adultos surge a partir de la sensación de pérdida, ya sea de una persona amada o de una abstracción: la patria, la salud, la libertad, un ideal, entre otros. La interrogante que ha dividido a los especialistas en la mente humana es si lo anterior también es aplicable para el caso de los niños. Los psicólogos estadounidenses Silvano Arieti y Jules Bemporad explican en su libro Psicoterapia de la Depresión que los niños no pueden sentirse deprimidos como los adultos debido a su inmadurez afectiva y de pensamiento. "Los niños aún no pueden apreciar las consecuencias de la pérdida, cualquiera que esta sea. Más que estados depresivos, los infantes manifiestan reacciones de tristeza por las carencia de gratificación de su entorno." Del mismo modo, Margaret Mahler, psicoanalista austríaca, postula que es imposible que se manifieste un estado depresivo similar al del adulto dado que la personalidad del niño es aún inmadura. John Bowlby, investigador inglés, afirma que después de una pérdida o separación de la persona amada, el niño manifiesta conductas de desapego que sugieren una reacción de retraimiento innata y no una verdadera depresión. El investigador estadounidense René Spitz demostró que los niños, al ser separados de sus madres, desarrollan un síndrome que él denominó como "depresión anaclítica", el cual se caracteriza por la pérdida de peso, insomnio, falta de respuesta a las personas que los rodean, inexpresividad y mirada extraviada. De igual manera, estudios reciente realizados en el Departamento de Pediatría del Hospital Trousseau, en París, reportan que el síndrome depresivo ocurre a cualquier edad y que su prevalencia es aproximadamente del 1% en niños. En el artículo "Desórdenes depresivos en la infancia", publicado en la revista estadounidense Archivos Generales de Psiquiatría, se reporta que mientras más temprano se inicie el primer episodio depresivo, el riesgo de que continúe en la vida adulta es mayor y el tiempo de recuperación se prolonga. Finalmente, el psiquiatra estadounidense Harold Kaplan comprobó por medio de diversos instrumentos cuantitativos que la sintomatología depresiva de los niños es la misma que la de los adultos. Tomando en cuenta ambas posturas se concluye que el niño presenta síntomas depresivos similares a los del adulto, pues aunque no haya alcanzado niveles complejos de pensamiento o madurez afectiva, puede entender que cualquier tipo de pérdida implica la falta de satisfacción que esa persona u objeto le proporcionaba. Un factor determinante para el desarrollo de la depresión es la sensación de pérdida. No obstante, es importante considerar las diferencias de pensamiento y el funcionamiento del lenguaje entre adultos y niños para evaluar de manera más confiable a los infantes. Un caso ilustrativo: los niños con cáncer del departamento de Oncología del Hospital Infantil de México Federico Gómez muestran la misma sintomatología depresiva que es descrita para los adultos. En un estudio aplicado con la prueba CDS (Cuestionario de Depresión para Niños) se observó que los menores se encuentran más deprimidos conforme el tiempo de tratamiento se prolonga; entre las explicaciones al fenómeno se determinó que los niños van comprendiendo que han perdido la salud y las consecuencias que esto implica: Sobre todo, van entendiendo que la posibilidad de morirse será una pérdida para sus madres, lo cual les provoca mucha culpa y tristeza. El CDS es una prueba válida pues no sólo se han realizado estudios para detectar depresión en niños enfermos sino que también detecta depresión en niños sin enfermedades somáticas.
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