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Escalofrío

Milciades Ortíz | Catedrático

Fue un día arduo, con muchas satisfacciones en el trabajo de enseñar Periodismo. Al llegar a la casa a las dos de la tarde, vi entreabierta la puerta principal. ¿Será que no la cerré bien en la mañana?, pensé. Pero no era así. En el marco de madera estaban las huellas del mal, ¡del hurto! La "pata de cabra" había hundido en dos sitios la madera barnizada.

Allí fue cuando sentí el escalofrío. Varias preguntas inundaron mi mente. La más dramática era, ¿estarán todavía adentro los o el maleante?, ¿qué y cuánto se han robado?

Me llené de valor y entré dispuesto a agarrarme a golpes con el delincuente. Primero miré el televisor y ¡no se lo habían robado!

Así, poco a poco, fui haciendo una contabilidad de los artículos. Ninguno estaba fuera de lugar.

Luego vendría la cruda realidad del robo. Los objetos robados eran algo caros, pequeños y fáciles de llevar. También se habían robado una "caja menuda" que guardaba para emergencia.

Llamé a mi esposa y otros parientes para notificarlos del amargo acontecimiento. Después a la Policía. Y seguí revisando las huellas del mal esparcidas por mi casa.

Me sentí violado en la intimidad de mi hogar. Pensar que un bellaco haya circulado por lo que me ha costado tanto trabajo conseguir, taladraba mi mente.

Incluso cinco días después, todavía estaba ese sabor amargo en la boca.

Debo confesar que fue bueno el trato que recibí de la Policía de Pueblo Nuevo y Betania.

Contaron otras experiencias. Fue traumático saber que "esos robos ocurren a cada momento. Incluso en edificios con seguridad roba departamentos...".

Mis allegados estaban preocupados por un posible peligro para mi vida. "Menos mal que no estaba allí el ladrón", dijeron.

Y comentaron aquel pensamiento sabio y reconfortable: "lo material se puede recuperar...".

Varios opinaron que el ladrón pudo ser uno de los famosos "piedreros" que a veces vemos revisando la basura. O algunos jóvenes que andan en "malos pasos".

Luego vino la limpieza, las nuevas medidas de seguridad, el reemplazo de parte de los robado, etc.

Pero me ha quedado una sensación de que debo descubrir al ladrón, por eso ando mirando los pies de cuanto piedrero encuentro cerca.

Ojalá, no lo vea con mis zapatos. ¡Le voy a entrar a "piñazos" para quitárselos...!



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