El viaje duró varias horas. Apenas salimos del Freeway cerca del puerto de Kaoshiung, pudimos divisar el mar. Turbulento y ventoso, las olas golpeaban los acantilados de Formosa, demostrando el poder del océano. Al llegar a Maubitou, punto más meridional de Taiwán, nos alertaron de que el Tifón Nari había llegado a la isla. Las colas del viento huracanado y el tiempo soleado eran indescriptibles. Por momentos, mis amigos y yo divisamos el horizonte esa tarde, más allá, donde comenzaba a bajar el astro rey, vimos aquella masa de agua que separa a Taiwán de la China Continental.
Con justa razón, la geografía ha dado paréntesis a una situación especial con respecto al "Affair Chino". El Estrecho de Formosa, que ahora lo podíamos ver, se ha convertido en la barrera que separa a una cultura milenaria, pero que tiene hoy en día dos entidades políticas separadas. Desde octubre de 1949, la República de China se estableció en la Isla de Taiwán, salvado los remanentes de la primera nación democrática del Asia. Los dirigentes de la China Democrática comenzaron tras la retrocesión, la implementación de un amplio programa económico que tardaría cincuenta años de demostrar los frutos del progresismo chino.
De una isla casi totalmente dedicada a la agricultura, Taiwán se transformó en la potencia comercial número 16 del mundo. En el arco de ciudades del norte de Formosa, desde Yangmei hasta el Taipei mismo, industrias de alta tecnología se establecieron para edificar las empresas pioneras en la computación. Más al sur, el Puerto de Kaoshiung abre sus puertas a tres zonas libres de comercio y amplían sus facilidades aeroportuarias, con el fin de incrementar los vuelos internacionales para hombres de negocio y para transporte de carga. El comercio en la capital taiwanesa nunca para. Desde computadoras, electrodomésticos, pequeños negocios y toda clase de productos se venden en gran escala, con el propósito único de desarrollar una pujante economía integrada.
En nuestra gira por Taiwán, pudimos observar cómo una nación ha logrado superar las trabas del bloqueo diplomático de Pekín, consolidando contactos comerciales de gran amplitud con el resto del mundo. Empresarios de Europa, Estados Unidos, Canadá, Latinoamérica y de otras partes del Asia, eran comunes de verlos haciendo conferencias de negocios en los lujosos centros hoteleros de Lai Lai Sheraton, el Gran Hotel de Shrilin, el Taipei International Convention Center y el Shin Kong Mitsukoshi. Pero lo más notable es que el comercio con la China Continental aumenta la relación económica entre ambas naciones.
Esa es la palabra: naciones. Tanto Taiwán como China Popular, son Estados separados por las cuestiones ideológicas. Empero, en un acto de reciprocidad televisiva increíble, las cadenas de televisión de Peking se estrenan en la Isla como lo hacen las furtivas televisoras de Miami sobre Cuba. La C.C.T.V. de China Comunista resultó más moderada que lo aparente, demostrando más el contacto económico que las diferencias políticas. No así eran las cadenas de noticias de Taiwán, en cuyos programas aparecían la cuestión de la supuesta traición de Lee Teng-hui, ex presidente de China, por tratar de fundar un partido aparte del Frente Kuomintang (Partido Nacionalista). Entretanto, el Yuan Ejecutivo y la Asamblea Legislativa Nacional de China eran escenario de largos debates ante la supuesta incapacidad del gobierno de Chen Shui-bian de no advertir a la gente sobre la venida del Tifón Nari. Tan jocosa fue la polémica que hasta los diputados decían que cómo el presidente no supo que el huracán los asolaría. |