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El carácter masivo, más que democrático, de la Universidad de Panamá, impide muchas veces que a las aulas lleguen estudiantes verdaderamente dotados para la investigación y el desarrollo intelectual. El común del estudiantado carece de los elementos necesarios para enfrentarse a una buena enseñanza superior y, por ende, para hacer que su participación en el mercado laboral sea exitosa.
Pero el problema también está enclavado más arriba en la pirámide del sistema universitario. Como se masificó, fue necesario instalar más profesores, quienes no siempre cuentan con las credenciales para impartir clases, y mucho menos para fomentar la investigación y el deseo de conocimientos en los muchachos.
Entonces, por un lado se tiene a una gran masa de estudiantes que entran indiscriminadamente a la Universidad, donde les reciben profesores sin la capacidad y el talento para formarlos.
A todo esto hay que sumarle la triste realidad de la politización (en el peor sentido de esta palabra) de la enseñanza superior. Todas las instancias en la alta casa de estudios están dominadas por políticos partidistas, cuyo único mérito para estar en esos cargos es el de pertenecer a tal o cual organización política. ¡Claro que hay ejemplos positivos de egresados y estudiante brillantes! Menos mal. Pero la norma no es esa. Todo lo contrario. |
