EDITORIAL
Los bonos de Colón
El escándalo generado en torno a los bonos por 300 millones de balboas emitidos por el Consejo Municipal de Colón, debe ser investigado hasta sus últimas consecuencias, pero la responsabilidad de ese acto no sólo compete a la alcaldesa Matilde Rosales de Ardines. Los representantes de corregimientos del oficialismo y la oposición del distrito de Colón fueron los que iniciaron todo el lío que amenaza con empañar la imagen de Panamá en los mercados financieros internacional. Ellos aprobaron un contrato de préstamo por 300 millones de balboas pagaderos en 20 años con dos empresas, que presuntamente iban a desarrollar grandes proyectos como la construcción de 3,500 viviendas, un palacio municipal, centros comerciales, fábricas de ropa y hasta una planta para procesar desechos. Cualquier novato en política debía sospechar que algo podrido había en esa transacción, ya que si para el gobierno central es un problema lograr empréstitos, más difícil se le hace a un Municipio. Los concejales y autoridades de Colón debieron preguntarse ¿cómo un Municipio que apenas tiene un presupuesto que no supera los ocho millones de balboas anuales puede pagar en 20 años un préstamo de B/.300 millones?. Ni destinando la totalidad del presupuesto anual, se podría cubrir al final de dos décadas el monto de ese compromiso más sus intereses. Todos esos proyectos eran castillos de arenas. Ojalá que los municipios de Los Santos y Las Tablas, a quienes le ofrecieron empréstitos casi similares, no incurran en el error de las autoridades colonenses, que son blanco ahora de una investigación penal que hasta involucra al FBI. Aunque los ediles y la alcaldesa de Colón alegan que hay un trasfondo político en todo este asunto, la verdad es que aparte de la emisión ilegal de bonos, se falsificó el membrete del Ministerio de Economía y Finanzas, para hacer ver que los documentos negociables tenían el aval del Estado. Lo sucedido debe servir de experiencia a los funcionarios con mando a no ser tan ilusos o pretender que cualquier chanchullo con las finanzas estatales se puede ocultar. Ya no estamos en la época de la Patria boba; ahora hay medios y una opinión pública vigilante.
PUNTO CRITICO |
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