MENSAJE
Demasiado pronto
- Hermano Pablo,
- Costa Mesa, California
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- El jinete llegó
a la orilla del río. Estaba cansado. Su caballo también estaba
cansado. Por detrás tenía la batalla; por delante, un largo
camino hasta el palacio. Con un hondo suspiro taloneó al caballo.
El animal entró al agua, pero resbaló. El jinete, con su
pesada armadura, se hundió en el agua, y ahí mismo se ahogó.
¿Quién era ese jinete? Se llamaba Luis II, rey de Hungría.
Fue derrotado en 1526 por Solimán el Magnífico en la batalla
de Mohac. Regresando a su palacio, sufrió la caída en el río,
y su pesada armadura lo mató. Murió demasiado pronto, a escasos
veinte años de edad.
La historia ha recogido esta triste vida de Luis II de Hungría
y la ha señalado con la frase "demasiado pronto". Nació
demasiado pronto, a los siete meses de gestación. Fue coronado rey
demasiado pronto, a los diez años de edad. Se casó demasiado
pronto, a los quince años, con una princesa austriaca. Y murió
demasiado pronto, a los 20 años, cuando recién comenzaba a
disfrutar el trono y de la vida.
Esta frase histórica, "demasiado pronto", se adapta
a muchos jóvenes del día de hoy. Demasiado pronto comienza
con el cigarillo, la marihuana y la droga. Demasiado pronto entran a la
violencia en pandillas sin dirección. Demasiado pronto toman contacto
con la vida sensual a través de la televisión. Demasiado pronto
pierden la inocencia y castidad.
Demasiado pronto adquieren enfermedades venéreas. Demasiado pronto
se inician en el delito. Demasiado pronto, a los 15 ó 16 años,
caen en la cárcel. Demasiado pronto quedan arruinados, y demasiado
pronto, antes de los 45 de edad, mueren.
Todo en la sociedad actual -esta sociedad occidental, materialista, cinetificista
y libertina- se hace a la carrera. Los autos corren cada vez con más
velocidad, los aviones vuelan cada vez con más rapidez, las comunicaciones
se establecen cada vez más aprisa, y la vida se consume cada vez
más vertiginosamente.
Dios nunca quiso que su creación llevará una vida tan acelerada.
Tanto es así que El está dispuesto a cambiar el ritmo de vida
de todo el que se lo pida. Si hacemos de Cristo el Maestro de nuestra vida,
todo en ella seguirá un ritmo lógico, pausado, seguro y firme.
Cristo desea ser nuestro Señor.


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CULTURA |
Marc Anthony, dueño y señor del escenario. |
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