Joseph Cleaver era un hombre de negocios de 82 años que podía mirar hacia atrás en su carrera con satisfacción. Hacía diez años, en 1976, el aristocrático millonario se había retirado de su próspera empresa editorial a la vida de un caballero rural en el condado de Hampshire, Inglaterra. Su esposa, Hilda, de 82, estaba confinada a una silla de ruedas, por haber sufrido un ataque de apoplejía alrededor del tiempo de retiro de su marido.
Los Cleaver eran lo suficientemente ricos para mantener un personal que atendiera las tareas de la casa y los extensos campos. También emplearon una enfermera para cuidar de las necesidades de la señora Cleaver.
El 3 de septiembre de 1986, la señora Hillary Carpenter, un ama de llaves de tiempo parcial, caminaba hacia Burgate House para entrar por la puerta de servicio como hacía cada mañana. Al aproximarse a la casa detectó olor a humo. Quedó impactada por lo que vio. La mesa del comedor estaba puesta formalmente, pero la cena que había sido servida la noche anterior parecía estar comida sólo a medias. Mientras se dirigía de una habitación a la otra, la señora Carpenter notó que la puerta del gabinete de armas estaba abierta y todas ellas habían desaparecido.
Aprensivamente subió las escaleras. Una mirada fue suficiente. En el dormitorio principal yacían los cuerpos de Joseph Cleaver, su esposa Hilda, todavía amarrada a su silla de ruedas; el hijo de ambos, Thomas, de 50 años, y la enfermera de Hilda. Margaret Murphy, de 70. La esposa de Thomas, Wendy, de 45, fue encontrada muerta en un dormitorio más pequeño. Había sido llevada allí y violada repetidas veces antes de ser estrangulada.
Todas las cinco víctimas habían sido horriblemente quemadas. Una investigación posterior de la tragedia reveló que habían sido estranguladas y rociadas con gasolina antes de prenderles fuego. Horrendo como resulta relatarlo, las cinco víctimas habían estado todavía vivas mientras las envolvían las llamas.
El motivo obvio para la invasión a la casa era el robo. Varias cosas habían desaparecido, incluyendo tres escopetas, un rifle y municiones, un televisor y una videograbadora.. Pero Burgate House simplemente no se quemaría. Al recoger cualquier dinero que las víctimas tuvieran en sus personas, los criminales habían pasado por alto 700 libras esterlinas. Sin que ellos lo supieran, Thomas Cleaver tenía esa cantidad escondida secretamente en su pierna artificial.
Con el paso de los años, Joseph Cleaver había empleado cientos de individuos. Los detectives se pusieron a la búsqueda de algún empleado descontento. No tuvieron que ir muy lejos. George Stephenson, un hombre conocido como rencoroso, había sido despedido hacía un mes. Stephenson y su esposa habían vivido en una casita en los terrenos.
El había sido empleado para mantenimiento general mientras que la señora Stephenson trabajaba en la casa. El sospechoso tenía un pasado accidentado, ya que había cumplido dos períodos en prisión por robo. Además, era un hombre violento cuando estaba ebrio.
El día en que fue despedido había bebido y golpeaba salvajemente a su esposa. Los gritos de la mujer atrajeron ayuda, pero el daño estaba hecho. Cleaver despidió a la pareja en el momento y los desalojó de la casita. Stephenson no estaba teniendo un buen día. Perdió su trabajo y su casa. Antes que terminara el día, su mujer lo abandonó.
Un empleado de una compañía de alquiler de autos se contactó con la policía. Había reconocido la fotografía de Stephenson en la televisión. Dos días antes del asesinato, le había alquilado un Rover rojo a Stephenson. Habían venido dos hombres con él cuando alquiló el vehículo. Uno de los compañeros, George Daly, de 25 años, había pagado por el alquiler con cheque. Daly y su hermano John, de 21, fueron rastreados hasta Coventry. Ambos tenían prontuario policial por delitos menores.
La policía se enteró que Stephenson se había refugiado con George Daly y su concubina inmediatamente después de los asesinatos. Los hermanos, bajo un intenso interrogatorio, admitieron estar involucrados en el crimen. Stephenson, con sus datos televisados a través de toda Inglaterra, no tenía dónde esconderse. El 4 de septiembre de 1986, llamó a la policía e hizo arreglos para rendirse.
Por la confesión de los Daly y corroborando evidencias, los detectives pudieron reconstruir exactamente lo que había pasado dentro de Burgate House la noche de la tragedia. Stephenson había buscado venganza contra Joseph Cleaver por haberlo despedido. También estaba planeando el robo de una importante nómina de pago y necesitaba armas. Pensaba que podría realizar las dos cosas la misma noche. Si podía poner sus manos sobre algún dinero en la casa, mejor. Fue el dinero lo que tentó a los hermanos Daly. El no demasiado inteligente trío alquiló el Rover y pagó con cheque, lo que guió a la policía directamente a ellos. En la noche del crimen, se equiparon con mangos de picos, encendedores y dos latas de gasolina. Stephenson sabía exactamente dónde estaría sentada para cenar la pareja de ancianos. No tenía idea de que el hijo de los Cleaver y la nuera estarían allí esa noche.
Uno sólo puede imaginarse el terror sentido por esa amable familia al enfrentarse a tres hombres enmascarados, armados y desesperados. Cuando se les dijo que les dieran todos sus valores, todos cumplieron. Joseph aseguró a los ladrones que cooperarían con ellos en todo sentido.
Los cinco ocupantes fueron arreados escaleras arriba. Stephenson forzó a Wendy Cleaver a entrar a un pequeño dormitorio donde la indefensa mujer fue violada. Armado con una escopeta, ordenó a los hermanos Daly que violaran a Wendy, así los tres serían igualmente culpables. John Daly admitió que fue él quien había estrangulado a Wendy Cleaver.
Los intrusos recorrieron la casa en busca de dinero. No solamente no descubrieron las 700 libras esterlinas en la pierna artificial de Thomas Cleaver, sino que tampoco vieron una caja de seguridad ubicada detrás de un cuadro. El dinero total tomado de la casa de los Cleaver fueron 90 libras esterlinas.
Los cuatro cautivos restantes fueron atados en el dormitorio principal y estrangulados hasta hacerlos perder la conciencia. Sin la menor piedad, los rociaron con gasolina y les prendieron fuego. Luego encendieron focos de llamas por todo el dormitorio.
En un momento, la habitación fue un infierno ardiente. La construcción de cemento de la casa evitó que el fuego se extendiera más allá del dormitorio. El 5 de octubre de 1987, los tres acusados fueron juzgados. Después de deliberar durante todo un día, el jurado inglés encontró a George Stephenson culpable de violación, robo y cuatro asesinatos. Fue declarado inocente de matar a Wendy Cleaver. En total, recibió seis condenas de cadena perpetua.
George Daly fue absuelto de los cuatro asesinatos, pero fue encontrado culpable de homicidio y sentenciado a 22 años de cárcel. John Daly, quien había confesado los cinco asesinatos, fue encontrado culpable de violación, robo y cinco condenas por asesinato. Fue sentenciado a siete períodos de cadena perpetua. |