FAMILIA
La mujer, la sexualidad y el SIDA en el Brasil
(Tomado de Salud Mundial)
A medida que se extienden
la infección por el VIH y el SIDA en la población heterosexual,
la correlación entre la condición socioeconómica y
e comportamiento arriesgado se va poniendo de manifiesto y una vez más
se comprueba que la mujer es la más pobre entre los pobres. En Sao
Paulo, donde el SIDA es ya la causa principal de mortalidad entre las mujeres
de 20 a 35 años, éstas tienen ingresos considerablemente inferiores
y un nivel de instrucción mucho más bajo que los hombres aquejados
de esa enfermedad.
Es urgente aumentar los recursos financieros y modificar las políticas
de planificación familiar.
Mediante una mayor sensibilización de la gente al hecho de que
las relaciones sexuales generan derechos a diferentes niveles. Todo parece
indicar que la solución más eficaz consiste en reforzar el
poder de negociación de la mujer.
Reevaluando los métodos de planificación familiar en función
de los riesgos de infección por el VIH, bien sea porque no permiten
evitarlos o porque los acentúan. En efecto, con los dispositivos
intrauterinos la mujer corre un alto riesgo de infección pélvica
y la píldora parece fragilizar las mucosas de la vagina y del cuello
del útero. En el Brasil, muchas mujeres recurren a la ligadura de
trompas y son luego más vulnerables, pues les resulta más
difícil imponer el empleo de un método de barrera cuando ya
no necesitan protegerse contra un embarazo.
Se debe dar, pues, suma prioridad a los métodos que combinan la
anticoncepción con la prevención de las enfermedades de transmisión
sexual. Los métodos de barrera ayudan a prevenir no solo un embarazo
no deseado sino también esas enfermedades y el cáncer del
cuelo del útero. De ahí esa prioridad, si se desea proteger
realmente la salud sexual y reproductiva de la mujer y, en definitiva, de
toda la humanidad.
SIDA: NINGUNA REPERCUSION DEMOGRAFICA INMEDIATA
Corre riesgo el planeta de quedarse despoblado como consecuencia del
SIDA? A menudo se oye esta pregunta, que refleja una inquietud real pero
injustificada. Pese a las proporciones planetarias que está adquiriendo
la epidemia y a sus espectaculares avances, la población mundial
no esta, hoy por hoy, amenazada de autodestrucción. Los cinco países
donde más estragos está causando la epidemia se concentran
en el Africa subsahariana, donde del 7% al 9% de los habitantes de Malawi,
Rwanda, Uganda, Zambia y Zimbabwe son seropositivos, proporción que
se aproxima ya al 25% en las grandes ciudades y en las zonas más
gravemente infectadas.
Si bien el impacto del SIDA, en sufrimiento individual y costo social
y económico, sigue siendo intolerable, su incidencia demográfica
apenas es perceptible. En efecto, la tasa de crecimiento demográfico
de los precitados países es superior al 3%, lo cual compensa ampliamente
el efecto negativo de la mortallidad resultante de la enfermedad. Lo paradójico
es que los mediocres resultados de los programas de planificación
familiar organizada (el empleo de anticonceptivos es de sólo un 13%
como promedio) protegen a esos países contra un descenso de la población.
El resultado sería muy diferente si en ellos el uso de anticonceptivos
hubiera tenido tanto éxito como en otros continentes. Sólo
habría repercusiones demográficas inmediatas si el VIH hubiera
infectado ya al 50% de la población.
LAS NECESIDADES DE LOS JOVENES
El 80% aproximadamente de la población mundial menor de 25 años
vive en países en desarrollo, proporción que de aquí
al año 2000 aumentará hasta situarse en torno al 86%. Hay
que desarrollar y adaptar la enseñanza, las oportunidades de empleo,
la vivienda y los servicios de salud a las necesidades de los jóvenes
en todas las fases de ese primer período de su vida. Los programas
asistenciales deberán promover y proteger la salud de los adolescentes,
sin dejar de ponerlos en guardia contra los embarazos no deseados, los abortos
peligrosos y las enfermedades de transmisin sexual, en particular el VIH/SIDA,
a que puede dar lugar un comportamiento sexual arriesgado.
Al propio tiempo, un crecimiento de la población y de la producción
acompañado de un nivel de consumo insostenible pone a dura prueba
los "sistemas sustentadores de la vida" en el planeta, afectando
al uso del suelo, del agua, del aire, de la energía y de otros recursos.
El crecimiento rápido e incontrolado de la ciudades, en particular,
somete a grandes presiones los recursos ambientales y da lugar a despilfarros
considerables.


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