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EDITORIAL
Olla pestilente
A medida que pasan los meses, la Bahía de Panamá se convierte en una olla pestilente cuyos aromas dan dolor de estómago en la medida que recrudece el tórrido sol invernal. Es incomprensible que modernos y vistosos rascacielos se han construido en la periferia a pesar del fuerte olor nada agradable que se respira en horas del mediodía y en las tardes. Otro detalle que no escapa a la comunidad es el acaparamiento de tierras adyacentes a la bahía y que los que lo promueven no les importa con esa pestilencia pues no hay indicios de que quieran corregir o aliviar la contaminación que afecta a todos por igual. Hoteles, condominios, ampliaciones de edificios, cines y lujosos restaurantes ya se han ubicado en esta área que costará millones para su saneamiento, pero las autoridades no dan indicios de que en un mediano plazo pueda emprenderse una acción de ornato y de limpieza de la bahía. Las autoridades de salud tienen que ser conscientes que si no se ataca este problema inmediatamente, puede provenir una epidemia de catastróficas consecuencias. El saneamiento de la bahía es una prioridad que no se puede postergar, por lo que cada vez le asignan a otras obras, mayores y mejores presupuestos, dando a entender que no tiene tanta importancia el saneamiento de la bahía, que visto desde cualquier prisma merece atención prioritaria. La Bahía de Panamá se está saturando de edificios y carreteras y nadie toma la previsión sobre las aguas servidas y la lama que se acumula en algunos sectores de las obras imponentes que se construyen. Nos dejamos llevar de la majestuosidad de las mismas sin tener en cuenta que podemos convertir estas obras en ídolos con pies de barro.
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PUNTO CRITICO |
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