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CRIMENES FAMOSOS
Declaraciones sospechosas

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Max Haines

¿Cuál historia acerca del asesinato de Ingelburg Grunwald creería la policía?

Cuando se denuncia la desaparición de una persona, la policía alrededor del mundo no necesariamente reacciona de inmediato. La gran mayoría de las personas desaparecidas aparecen dentro de las 24 horas y un gran porcentaje no están realmente desaparecidas.

En la noche del 19 de junio de 1974, cuando la madre de Ingelburg Grunwald informó que su hija de 22 años no había vuelto a casa desde su trabajo como asistente en una estación de gasolina en Munich, Alemania, la policía no se movilizó de inmediato.

Ingelburg estaba retrasada sólo dos horas en su vuelta a casa desde su trabajo. La madre fue apaciguada por el sargento que tomaba el informe, quien sugirió que estaba seguro que había alguna razón inocente para la tardanza de la muchacha. Al ir pasando la noche, la preocupada madre llamó a la policía cada pocas horas solicitando un progreso en el informe. A la mañana siguiente, los detectives visitaron a la madre de Ingelburg para obtener una historia de la muchacha desaparecida.

Ingelburg Grunwald era una criatura de hábitos. Siempre venía a casa directamente del trabajo. Ingelburg había quedado embarazada a la edad de 18 años y se casó con Wolfgang Grunwald, de 19, a pesar de las objeciones de sus padres. El matrimonio duró sólo dos años antes que Ingelburg solicitara el divorcio y volviera a la casa de sus padres con su bebé.

Wolfgang estaba completamente complacido con el inminente divorcio. Aparentemente, pensaba que el matrimonio era un obstáculo para su inclinación a frecuentar los bares de la ciudad y cambiar de compañía femenina siempre que se le antojaba.

Los detectives visitaron a Wolfgang. Lo encontraron cómodamente instalado con una mujer joven, extremadamente baja pero muy bien formada, de nombre Bahar Kandlbinder. Cuando Bahar no estaba ocupada satisfaciendo las particulares fantasías sexuales de Wolfgang, tenía un trabajo bien remunerado como masajista sexual en uno de los tantos comercios de Munich que se especializaban en esa actividad. Wolfgang no podía ofrecer información información sobre las andanzas de su esposa separada. No tenía ninguna razón para desearle un daño. El divorcio le permitiría casarse con Bahar, el amor de su vida.

Cuarenta y ocho horas después que Ingerburg desapareciera, un cuidador de esclusas en el río Isar, que corre a través de Munich, encontró su cartera. Dos días después de ese ominoso descubrimiento, un joven que caminaba a través del bosque de Holfoldinger tropezó con el cuerpo de Ingelburg. Había sido golpeada en la cabeza hasta quedar casi irreconocible. Su ropa estaba malamente rasgada y en total desorden.

Un examen médico indicó que no había sido violada. Su cabeza había sido partida con un hacha pequeña y había recibido continuos golpes con esta arma. Los detectives se desplegaron buscando pistas. Pronto reconstruyeron cómo Ingelburg había encontrado su muerte. No había sido asesinada donde fue encontrada.

Los investigadores localizaron un camino maderero en una cuesta encima de donde fuera descubierto el cuerpo de Ingelburg. Su cuerpo había sido tirado desde la parte de arriba de la cuesta. Las huellas de las cubiertas de un auto eran discernibles en el camino. Se hicieron moldes de estas huellas. Alejándose de las huellas de las cubiertas había tres juegos de pisadas. Una de ellas había sido hecha por Ingelburg. Los otros dos juegos eran de un hombre y una mujer. También se sacaron moldes de estas huellas.

Alrededor de 25 metros de donde los tres individuos habían dejado el vehículo, Ingelburg había sido golpeada. Los detectives encontraron sangre en este punto y evidencia de que el cuerpo de Ingelburg había sido arrastrado hasta el borde de la cuesta y arrojado desde allí. Usando medidas recogidas de las pistas, era aparente que las marcas de la mujer había sido hechas por una persona baja, lo cual colocaba a Bahar Kandbinder directamente en medio de la investigación por asesinato.

Wolfgang y Bahar fueron detenidos. Las cubiertas del Opel Kadet de Wolgang fueron controladas con las marcas de las cubiertas encontradas en la escena; no concordaban. Aunque las huellas de pisadas encontradas en la escena del crimen eran del mismo tamaño que las de los sospechosos, no hacían juego con ninguno de los zapatos encontrados en su apartamento. Sus ropas fueron revisadas, pero ni una gota de sangre fue encontrada en esa vestimenta. La policía tampoco pudo hallar el arma asesina.

A pesar de quedar anulada toda la evidencia que ellos pensaban que acusarían a la pareja sospechosa, la policía obstinadamente sentía que estaban en lo correcto y se rehusaba a dejar de verlos como primeros sospechosos. De este modo, empezó el poco espectacular pero efectivo trabajo policial que suele resolver la mayoría de los casos de asesinato.

Los negocios de ferretería a través de todo Munich fueron sondeados con la esperanza de que alguien le hubiera vendido una hacha pequeña a Wolfgang y recordara la transacción. A sólo cuatro cuadras de su apartamento, Wolfgang había sido lo suficientemente descuidado como para haber comprado el hacha a menos de una semana antes del asesinato. Había comprado a menudo en la misma tienda y los dependientes lo recordaban.

Similares, garajes y negocios de cubiertas fueron sondeados, basándose en la suposición de que Wolfgang pudiera haber comprado cubiertas nuevas. Efectivamente, ese negocio de cubiertas fue localizado. La policía ahora sintió que tenía suficiente para enfrentar a sus sospechosos.

Wolfgang se desmoronó después de oír la nueva evidencia circunstancial. Juró que había comprado el hacha bajo las instrucciones de Bahar, pero que él había permanecido en el auto mientras ella asestaba los golpes fatales. Bahar había entonces vuelto al auto y le había dicho que había matado a Ingelburg, y había solicitado su ayuda para arrastrar el cuerpo hasta el borde de la cuesta y tirarlo. Más tarde esa noche él había tirado el hacha y los zapatos ensangrentados de los dos al río Isar. A la mañana siguiente, había cambiado las cubiertas del auto.

Por separado, Bahar fue informada de la nueva evidencia. Ella también se derrumbó, pero contó una historia totalmente diferente. De acuerdo con ella, después que Ingelburg y Wolfgang se habían separado, Ingelburg les había dicho a los empleadores de su marido, que él había estado robando sistemáticamente a la compañía. Wolfgang se puso furioso y quería matar a su esposa separada. Había atraído a Ingelburg hasta el solitario bosque pretendiendo que los tres resolverían las cosas hablando.

Mientras caminaban a través del bosque, Wolfgang repentinamente dijo, "Tráemela". Bahar sabía qué quería decir el hacha y se la trajo a Wolfgang. El le dio a Ingelburg un golpe demoledor en la cabeza.

Bahar afirmó que no pudo soportar la vista y se dio vuelta, pero oyó los continuos golpes que siguieron. Juró que nunca podría sacarse los horribles sonidos de su mente.

Aquí tienen ustedes las historias básicas de los dos sospechosos. La policía se vio enfrentada a un dilema: a quién creer. Después de repasar todos los hechos, pensaron que Wolfgang había infligido los golpes fatales. El había comprado el hacha pequeña y las cubiertas nuevas. El sabía que la tierra blanda en el viejo camino maderero dejaría marcas de cubiertas que podrían ser rastreadas hasta su vehículo. Fue él quien había dispuesto del arma asesina y de los zapatos ensangrentados. Ninguno de esos bien planeados acontecimientos eran consistentes con la idea de que Bahar había organizado y ejecutado el asesinato a sangre fría. Las sospechas de la policía se confirmaron cuando las pruebas realizadas en los laboratorios de la policía indicaron que una persona de tan baja estatura como Bahar no podía haber infligido los golpes fatales.

El 22 de marzo de 1975, Wolfgang y Bahar fueron sometidos a juicio. A pesar de mantenerse firme en su historia original de que había sido Bahar quien había asesinado a Ingelburg, Wolfgang Grunwald fue encontrado culpable de asesinato premeditado. Fue sentenciado a cadena perpetua. Bahar Kandlbinder fue encontrada culpable de actuar como un accesorio después del hecho de la muerte. Fue sentenciada a dos años y medio de prisión.

Miller Features Syndicate Inc.
Distr. por Editors Press Service, Inc. 0123

 

 

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El 22 de marzo de 1975, Wolfgang y Bahar fueron sometidos a juicio. A pesar de mantenerse firme en su historia original de que había sido Bahar quien había asesinado a Ingelburg, Wolfgang Grunwald fue encontrado culpable de asesinato premeditado. Fue sentenciado a cadena perpetua. Bahar Kandlbinder fue encontrada culpable de actuar como un accesorio después del hecho de la muerte. Fue sentenciada a dos años y medio de prisión.

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