Son controversiales. Él inteligente y ella tiene sus destellos. Aunque hoy los une una misma causa, son completamente diferentes en sus intenciones. Uno disfruta lo que hace, la otra sufre si no destila. Son cultos y muy extrovertidos. Tienen algo en común y es que le temen al cuco. ¡Lo ven por todos lados!
El primero es viejo ducho en estos quehaceres. Opina de todo y para todo tiene argumentos, pero siempre hay un cuco. Una hoja de marañón cae y, aunque todos dicen que es verde, para él es azul. Es azul porque la pintaron a propósito, para beneficiar al dueño de la tintorería, al distribuidor de pintura, a la Glidden y hasta a Pinturas Sur. Y es que para cada solución tiene un problema.
La otra ve caer la hoja verde. Sí, es verde, pero ella quiere que sea azul. Pero como no puede ser azul, porque es verde, asegura que si la tocas puedes envenenarte; morir en el acto; pues ese también es el propósito de los que buscan beneficiarse con tu desgracia. Y es que con tu muerte, se beneficia el enterrador, la funeraria, los vendedores de las modernas mirras y aceites funerarios. No acepta que estos también son negocios legítimos y parte de nuestra vida.
Así son. Algunos dicen que él es simpático y jocoso. Y de ella, que es odiosa y aburrida. Él hace reír; ella te lleva a llorar.
Ambos personajes, caras de la opinión pública panameña, coinciden hoy en rechazar el proyecto de ampliación del Canal y, aunque algunas veces tienen la misma opinión sobre este rechazo, el uno lo hace porque disfruta refutando a los promotores del Sí. Y es que es un moderno sofista.
Ella, en cambio, está en contra de la ampliación porque le da rabia que digan que con este proyecto se va a beneficiar el país. Ella cree y hace creer que la ampliación es para beneficiar únicamente a los ricos y saca ese argumento para no develar que lo que siente es rabia, enojo, frustración.
Como ven son dos personajes distintos que en lo único que coinciden es que ven el cuco por todos lados y se oponen a todo. ¡Sé que ya adivinaron de quiénes se trata!