Hasta hace días, hablar del robo de cables se concentraba en la pérdida económica para las empresas telefónicas y el grave daño que significaba dejar incomunicados a una población por semanas, pero hoy hay que agregar un nuevo ingrediente: asesinato.
Los panameños están matando supuestamente para vender lo que sea, incluyendo cables del tendido telefónico que existe en el país.
El robo de cables debe hacer mover todos los engranajes para tomar medidas enérgicas para penalizar el delito por la gravedad. Desde hace mucho tiempo sólo se mencionaban que en tal o cual lugar se robaron los cables, pero nadie recibía sanciones ejemplares para erradicar la actividad ilícita.
Tuvo que morir un ciudadano que precisamente lideró un comité para evitar que el robo de cables continuará en su comunidad. Es lamentable tener que tomar decisiones cuando ocurren las tragedias, pero si no es ahora es nunca.
Hasta hace días sólo se escuchaban las quejas de algunas personas que estaban incomunicadas por falta de línea telefónica, hoy familiares lloran a un hombre que no quería ser parte del montón de la queja antes mencionada.
El pueblo panameño quiere escuchar de las autoridades que existen leyes y éstas tienen que respetarse. Hasta ahora nadie ha salido a advertir que habrán sanciones severas.
No se puede andar con paños tibios. El momento de actuar es ya. No hay que esperar que otro panameño caiga por culpa del hampa que cada día se apodera de nuestros espacios y no nos deja vivir en paz. ¡ Ojalá no sea demasiado tarde para abrir los ojos!