Los gallotes se encuentran en peligro de desaparecer de las inmediaciones del antiguo Terraplén, debido al avance de la modernización en las zonas que antes eran sus santuarios, como el antiguo mercado público, donde ahora sólo hay un pequeño grupo de sobrevivientes que pugna por seguir existiendo.
Es un puñado de gallotes que vive de los restos de las aves que tiran algunos comerciantes generosos. En este lugar, los rapaces hambrientos se disputan a picotazos las vísceras y las plumas de los pollos que se amontonan en los tinacos.
Para estas aves de rapiña, que antes se enseñoreaban en las calles de San Felipe, sus días se encuentran contados, amenazados por los cambios urbanísticos que se vienen llevando en esta parte de la urbe, que tradicionalmente fue uno de sus principales hábitats por muchos años.
SE ACABO LA ABUNDANCIA
Para los gallotes panameños, los días de abundancia han terminado. Ahora se encuentran arrinconados entre las pequeñas embarcaciones de los pescadores y el gallinero, donde mendigan un poco de alimento para poder sobrevivir. A nadie parece conmoverle las figuras negras y afiladas de estas aves carroñeras, que danzan alrededor de los tinacos para saciar el hambre.
A veces, también tienen que sufrir las pedradas y los palazos que les lanzan algunos automovilistas atormentados por sus feas disputas, que llenan de hediondez las cercanías del Terraplén.
La mayoría de los vecinos de la zona han crecido viendo a esta aves negras volando por entre los techos de sus casas, y cuando iban al antiguo mercado público, lo primero que sus ojos veían eran estas rapaces dando piruetas en el aire, antes de bajar a devorar algunos peces que tiraban los pescadores.
TIENEN QUE EMIGRAR
Isidoro Jiménez, uno de los comerciantes que trabaja en las inmediaciones de San Felipe, recuerda que cuando era niño, hace 35 años, el número de los gallotes era mucho mayor que los escuálidos grupos que hay en la actualidad.
"Realmente, las cosas están cambiando. A medida que viene el progreso tenemos que cambiar nuestras costumbres y tradiciones, como parte de estos cambios también vemos que la naturaleza ha cambiado radicalmente y eso ha traído como consecuencia la desaparición de algunas especies", dijo.
Algunas colonias de gallotes lograron emigrar a otros lugares como al nuevo mercado de mariscos, donde se les ve menos locuaces que antes.
"No se atreven a disputar los pescados, como hacían antes, con los pescadores artesanales; ahora esperan que ellos les tiren algo para comer, pero está duro", indicó la señora Susana Gónzalez, una vendedora de bollos.