Cuando el buen Dios creó
lo que habría de ser Bolivia,
no anduvo con cosas tibias,
hasta el codo se pringó....
Dios colmó su geografía
de todo y con abundancia
a fin de llenar las ansias
y de paso las manías
Dios metió en sus serranías,
para alivio de sus males,
toda clase de metales
y también chafalonías....
¡Ya verán la gentecita
-dijo Dios con un bufido-,
que a este país preferido
le meto hasta la estaquita!...
La gente cree hasta ahora
que Dios piadoso obró,
pero su cola metió
el diablo en mala hora.
¡Con razón que a estos versos sobre "El Génesis" boliviano con los que comienza la obra titulada Las palomas contra las escopetas, el reconocido diario El Deber los describa como "una juguetona mirada a la historia"! En ellos Pedro Rivero Mercado, el respetado periodista cruceño que funge como director de El Deber cuando se lanza su nuevo libro, demuestra por qué se le considera un cultor del verso costumbrista. Y en ellos el poeta nos hace reflexionar sobre el sello malintencionado que le imprimió el diablo a la maravillosa creación de Dios, pero no sin antes hacernos ver jocosamente el sello que le imprimió el Creador mismo.
Ahora lo único que nos queda por comprender es que, si bien en mala hora el diablo metió la cola, enhorabuena el piadoso Dios de paz envió a su Hijo Jesucristo al mundo para salvarnos del pecado y darnos paz. Rechacemos, pues, el sello diabólico de la discordia, y pidámosle a Dios que imprima en nosotros el sello divino de su paz. Así se cumplirá el propósito de Dios en darnos tanto, porque tal como lo afirma Rivero, Dios nos colmó de todo para que vivamos en dulce paz.