MENSAJE
La fe del carbonero
Carlos Rey
Cuentan que una vez el diablo
se disfrazó de universitario y se puso a conversar con un carbonero
español. Al preguntarle el diablo del contenido de su fe, el carbonero
la respondió: "Yo creo todo lo que cree la Iglesia". El
tentador insistió: "Y ¿ qué es lo que cree la
iglesia?. Ante esto el buen cristiano, ni tonto ni perezoso, le contestó:
"Ella cree todo lo que yo creo". Con esa respuesta, comenta el
filósofo Gonzalo Soto Posada, el carbonero dejó al diablo
"con las patas lavadas". De allí el refrán que dice:
"Busco la fe del carbonero".
Hay quienes piensan que es imposible ejercer esa fe natural y firme de
la gente sencilla, es decir, fe que no requiere pruebas ni argumentos. Lo
que pasa por alto es que todos hacemos uso de la fe más elemental
en nuestros quehaceres cotidianos, y ni nos damos cuenta. Por ejemplo, los
choferes a menudo se ven obligados a conducir su vehículo guiados
exclusivamente por uno o dos espejos. Lo hacen en algunos casos para dar
marcha atrás, y en otros para unirse a la circulación de vehículos
que van en la misma dirección. Debido a ciertos obstáculos,
no pueden depender de su vista de modo directo, sino sólo de lo que
les indica el espejo. En esas circunstancias, ponen toda su fe en la integridad
del espejo. Y cuanto más se acostumbran a usarlo, tanto más
confían en él. No es cuestión de que tengan o no tengan
fe, sino de su disposición a usar la fe que Dios les ha dado.
No hay duda de que la fe en Dios funciona de la misma manera. En la Biblia
se define esa fe como "la certeza de lo que no se ve". Por eso
es necesario confiar en la integridad de Dios, que no se ve, pero en quien
vemos reflejada nuestra naturaleza como si fuera un espejo. Acaso no hemos
sido creados a imagen y semejante suya? Cuanto más nos acostumbramos
a mirarnos en ese Espejo Divino, tanto más confiamos en él,
que es íntegro por naturaleza.
San Pablo da por sentado que Dios nos ha dado a todos una medida de fe.
En vez de pensar que es imposible ejercer esa medida de fe, debemos más
bien reconocer que lo que de veras es imposible es agradar a Dios sin fe,
"ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él
exite y que recompensa a quienes lo buscan". Más vale que busquemos
la fe del carbonero. Sólo así podremos buscar a Dios y recibir
la recompensa del perdón de pecados en la tierra y la vida eterna
que lo acompaña.


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