En Corozal funciona un camposanto para mascotas. Los visitantes que vienen por primera vez a enterrar a sus perros o gatos observan curiosos la puerta de acceso, donde en la parte superior se encuentra una inscripción en moldes de metal desgastado que resalta: ¡Cementerio de Animales!
El tamaño de este "camposanto" ubicado en la Clínica Veterinaria de la Universidad de Panamá, abarca una extensión de media hectárea.
Según comentan los trabajadores, durante los entierros-que se parecen mucho a las ceremonias fúnebres de los seres humanos-hay gente que llora por la pérdida irreparable de sus mascotas y algunos llevan crisantemos, otros llevan unos crespones negros en señal de duelo y mantienen con estoica dignidad su dolor.
EPITAFIOS
"A nuestro querido y fiel Rocío" * 11-12-95 + 27-05-04. Esta es una de las inscripciones que se ha grabado en la lápida de una de estas singulares tumbas. Como este perrito, hay un centenar de animales entre gatos, loros, conejos y hurones que se han ganado un espacio para el descanso en este lugar destinado a las mascotas, cuyos amos deben pagar 35 balboas por el entierro y una anualidad de 5 balboas.
Rodeado de frondosos árboles, flores silvestres, tierra húmeda con olor a hongos verdes y la brisa estival que invade el ambiente, las calladas tumbas guardan con celo el sueño imperturbable de sus residentes.
Otra de las criptas que resalta entre el conglomerado de cruces y lápidas es el dedicado a un can con nombre de origen oriental: "Skeepper Aznarán * 10 de mayo de 1995 + 7 de diciembre del 2005".
LA NIñA DEL "CAMPOSANTO"
Según los trabajadores de este cementerio, aquí hay muchas anécdotas que se han convertido en parte de las historias desde cuando los norteamericanos administraban estas instalaciones, hasta la fecha en que se retiraron definitivamente de Panamá, en 1999.
Cuentan los empleados más veteranos que en los días de lluvia, cuando el sol se oculta o en los atardeceres, se ha visto en algunas ocasiones las sombras de una niña que se pasea por los nichos de las tumbas, lamentándose por la pérdida de una de sus mascotas.
Aunque nadie supo explicar de quién se trataba, el mito de la niña del cementerio de animales quedó en la incógnita, con sus apariciones fortuitas y su sutil caminar entre las sombras de los árboles que cuelgan sus ramas sobre las lápidas desoladas.
LAZOS IRROMPIBLES
Cuando las personas adquieren una mascota, la convierten en un miembro más de la familia y le prodigan todos los cuidados que se merecen como tal. Algunos llegan a extender ese compromiso de manera infinita y hay leyendas de animales que extienden su lealtad sin importar distancias ni tiempo. Se conoce de perros que duermen en las tumbas de quienes fueron sus amos.