Hay muchas embarazadas que no han dejado de consumir alcohol durante los meses de gestación, pese a la gran cantidad de advertencias sobre el riesgo de malformaciones y trastornos mentales y conductuales que puede ocasionar en el bebé, lo que se conoce como el síndrome alcohólico fetal (SAF).
Expertos aseguran que una de cada cinco de estas mujeres pueden llegar a tomar hasta cinco o más consumiciones por ocasión, lo que agrava aún más el riesgo de sus bebés.
Las malformaciones durante el desarrollo del feto son más graves si el consumo es abundante, y pueden afectar el corazón, los riñones, el hígado, los huesos o el cerebro, según ha explicado el doctor Josep Guardia, vicepresidente de la Sociedad Científica Española de Estudios sobre el Alcohol, Alcoholismo y otras toxicomanías (Socidrogalcohol).
Además, el consumo de alcohol de las madres se puede reflejar en el rostro de sus hijos, ya que favorece el desarrollo de determinados rasgos faciales como la microcefalia o cabeza pequeña, el puente nasal bajo, labio superior delgado o aberturas oculares pequeñas.
POCO TAMBIEN AFECTA
Pero "el simple hecho de tomar una copa" puede acarrear otros trastornos "más sutiles, pero igual de importantes", puntualiza este experto, que deriven en déficits neuropsicológicos, problemas de memoria y aprendizaje, alteraciones del comportamiento, déficit de atención con hiperactividad (TDAH) o fracaso escolar.
Por el momento, no hay estudios que establezcan el umbral de seguridad en el consumo de alcohol, aunque para el doctor Guardia "apenas una consumición crea terreno abonado para que se enraícen otros trastornos psiquiátricos, incluso el alcoholismo".