En el pasado mes de mayo, invitados por el presidente de la Organización Mundial de Boxeo (OMB), licenciado Francisco Valcárcel, viajamos a Buenos Aires a presenciar una pelea de título mundial de ese organismo. Asistimos en compañía del distinguido abogado Rolando Marcos Hermoso, alto ejecutivo de la OMB, quien era supervisor del pleito. Conocimos el Luna Park, uno de los más gigantescos y viejos coliseos del mundo. Varios hechos nos llamaron la atención porque contrarían por completo a los espectáculos de boxeo profesional en Panamá.
Está prohibido vender licor de toda clase. Se venden gaseosas para calmar la sed; los licores pueden patrocinar la función, pero sus productos no pueden venderse dentro del coliseo. En Panamá, en cada función boxística lo primero que se montan son las mesas y todos los artefactos de cantinas. La gente que asiste a presenciar el espectáculo toma toda clase de aguardiente y sale bajo los efectos del licor. Los promotores alegan que el licor es necesario para el sostén económico de la función. Panamá no ha sido precavido. Será necesario recoger los muertos para que se tomen las medidas que eviten una hecatombe. En una ocasión se inició un movimiento para evitar el licor en los coliseos deportivos. Como todo en Panamá, el movimiento fue vencido por los intereses creados.
Por ejemplo en México, Cerveza Corona es el principal patrocinador del boxeo profesional. Pero no se puede vender una gota de esa cerveza dentro del coliseo. Regresemos al Luna Park, a México y otros países más avanzados que el nuestro, nada pasa y todo el mundo ve el espectáculo y sin el peligro que en estado de embriaguez pueda cometer una fechoría. Mientras en el mundo entero se mira el boxeo tranquilamente, aquí en Panamá se montan cantinas dentro del coliseo en cada función. Esperan recoger muertos para entonces tomar medidas. ¿Pueden más los intereses económicos que la salud del pueblo?