Domingo 13 de sept. de 1998

 








 

 


EDITORIAL
Hugo Spadafora, crimen sin justicia

La satrapía castrense en el poder, representada por su máximo mando, General Manuel Antonio Noriega, resintió los quehaceres libertarios y rebeldes del médico panameño, doctor Hugo Spadafora Franco, quien en sus búsquedas penetró las intimidades dolosas de las Fuerzas de Defensa, coludidas con los carteles suramericanos en el tráfico de las drogas y el lavado de los dineros malignos.

Un planificado crimen forjaron en las entrañas del monstruo con reclamo de la participación de múltiples actores para capturarlo al retornar de Costa Rica, vía terrestre. En Concepción el médico fue detenido y comenzó el calvario de su martirio que culminaría con un cuerpo mutilado, sin cabeza, lanzado al cauce seco del riachuelo fronterizo. El Roblito, envuelto en un saco postal.

La dictadura amparó a los secuaces; se estorbaron las investigaciones judiciales, al extremo de ofender con improperios al Procurador de la Nación en ejercicio, quien sufrió un síncope y retornó humillado a su despacho burocrático. El encubrimiento y la tolerancia favorecedora al crimen signaron entonces las encuestas averiguadoras.

Defenestrada la dictadura; instalado el gobierno de reconstrucción endarista las sumarias se reabrieron y avanzaron, y una docena de sindicados fueron llamados a juicio; acogiéndose tres de ellos a las reglas del juicio en derecho, y el resto a la decisión de jurados.

Transcurrido el juicio penal, el veredicto absolutorio proferido por los jueces de hecho chiricanos provocó ira y ácidas críticas en el pueblo, teniendo que trasladar los jurados escoltados en medio de gritos y ofensas verbales. La absolución contrarió elementos incriminatorios acreditados en el expediente y deja en impunidad el crimen atroz contra un panameño raizal, alta cifra profesional, de sentimientos libertarios, que dio sus esfuerzos por la redención humana, participando en las lides independentistas de Guinea Bisau, en Africa; comandando la Brigada Victoriano Lorenzo, de panameños que combatieron en Nicaragua la dinastía Somoza.

Se aduce que elementos de técnica jurídica condujeron al veredicto liberador de los autores, cómplices y encubridores del asesinato infame; sin embargo, en el seno popular queda asentado que el crimen Spadafora no recibió justicia.

En similares circunstancias están otros asesinatos de la dictadura: Floyd Britton, muerto a palos en la ergástula de Coiba, cuyo cadáver todavía no se localiza; los fusilamientos de Quije, donde Dorita Moreno y otros combatientes constitucionalistas fueron arteramente abatidos; los fusilamientos de Guabalá, en Chiriquí, donde Manuel Díaz Adames y su compañero Olivares fueron asesinados en medio de la plaza; los crímenes en las tierras altas de Volcán, donde Ramón "Moncho" Mojica fue descuartizado por la insanía represora. Estos delitos carecen de castigo y la impunidad campea mientras los ofensores se pasean ufanos, burlones, sin soportar los rigores de las cárceles merecidas; motivo por el cual las heridas abiertas de la represión cuartelaria con la complacencia de sus acólitos sumisos, sangran y duelen clamando justicia, como ocurre hoy, con el recuerdo de Hugo Spadafora Franco, descabezado.

 

 

 

 


 

AYER GRAFICO
Se cumplen trece años del brutal asesinato del Dr.Hugo Spadafora.


CREO SER UN BUEN CIUDADANO
Sin embargo, me dejo llevar por el grupo.


OPINIONES



 

 

PORTADA | NACIONALES | RELATOS | PROVINCIAS | DEPORTES | LATINOAMERICA | COMUNIDAD | REPORTAJES | VARIEDADES | CRONICA ROJA | EDICION DE HOY | EDICIONES ANTERIORES


 

 Copyright 1996-1998, Derechos Reservados EPASA, Editora Panamá América, S.A.