EDITORIAL
Hugo Spadafora, crimen sin justicia
La satrapía castrense
en el poder, representada por su máximo mando, General Manuel Antonio
Noriega, resintió los quehaceres libertarios y rebeldes del médico
panameño, doctor Hugo Spadafora Franco, quien en sus búsquedas
penetró las intimidades dolosas de las Fuerzas de Defensa, coludidas
con los carteles suramericanos en el tráfico de las drogas y el lavado
de los dineros malignos.
Un planificado crimen forjaron en las entrañas del monstruo con
reclamo de la participación de múltiples actores para capturarlo
al retornar de Costa Rica, vía terrestre. En Concepción el
médico fue detenido y comenzó el calvario de su martirio que
culminaría con un cuerpo mutilado, sin cabeza, lanzado al cauce seco
del riachuelo fronterizo. El Roblito, envuelto en un saco postal.
La dictadura amparó a los secuaces; se estorbaron las investigaciones
judiciales, al extremo de ofender con improperios al Procurador de la Nación
en ejercicio, quien sufrió un síncope y retornó humillado
a su despacho burocrático. El encubrimiento y la tolerancia favorecedora
al crimen signaron entonces las encuestas averiguadoras.
Defenestrada la dictadura; instalado el gobierno de reconstrucción
endarista las sumarias se reabrieron y avanzaron, y una docena de sindicados
fueron llamados a juicio; acogiéndose tres de ellos a las reglas
del juicio en derecho, y el resto a la decisión de jurados.
Transcurrido el juicio penal, el veredicto absolutorio proferido por
los jueces de hecho chiricanos provocó ira y ácidas críticas
en el pueblo, teniendo que trasladar los jurados escoltados en medio de
gritos y ofensas verbales. La absolución contrarió elementos
incriminatorios acreditados en el expediente y deja en impunidad el crimen
atroz contra un panameño raizal, alta cifra profesional, de sentimientos
libertarios, que dio sus esfuerzos por la redención humana, participando
en las lides independentistas de Guinea Bisau, en Africa; comandando la
Brigada Victoriano Lorenzo, de panameños que combatieron en Nicaragua
la dinastía Somoza.
Se aduce que elementos de técnica jurídica condujeron al
veredicto liberador de los autores, cómplices y encubridores del
asesinato infame; sin embargo, en el seno popular queda asentado que el
crimen Spadafora no recibió justicia.
En similares circunstancias están otros asesinatos de la dictadura:
Floyd Britton, muerto a palos en la ergástula de Coiba, cuyo cadáver
todavía no se localiza; los fusilamientos de Quije, donde Dorita
Moreno y otros combatientes constitucionalistas fueron arteramente abatidos;
los fusilamientos de Guabalá, en Chiriquí, donde Manuel Díaz
Adames y su compañero Olivares fueron asesinados en medio de la plaza;
los crímenes en las tierras altas de Volcán, donde Ramón
"Moncho" Mojica fue descuartizado por la insanía represora.
Estos delitos carecen de castigo y la impunidad campea mientras los ofensores
se pasean ufanos, burlones, sin soportar los rigores de las cárceles
merecidas; motivo por el cual las heridas abiertas de la represión
cuartelaria con la complacencia de sus acólitos sumisos, sangran
y duelen clamando justicia, como ocurre hoy, con el recuerdo de Hugo Spadafora
Franco, descabezado.


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AYER GRAFICO |
Se cumplen trece años del brutal asesinato del Dr.Hugo Spadafora. |


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