Señor, enséñame a envejecer como cristiano,
convénceme de que no son injustos conmigo los que me quitan responsabilidad;
los que ya no piden mi opinión;
los que llaman a otro para que ocupe mi puesto.
Quítame el orgullo de mi experiencia pasada;
quítame el sentimiento de creerme indispensable.
Señor: que en este gradual despego de las cosas,
yo sólo vea la ley del tiempo y considere este
relevo en los trabajos como manifestación
interesante de la vida que se releva
bajo el impulso de tu providencia. Pero, ayúdame
Señor, para que yo sea útil a los demás,
contribuyendo con mi optimismo y mi oración a
la alegría y al entusiasmo de los que ahora
tienen la responsabilidad; viviendo en contacto
humilde y sereno con el mundo que cambia.
Sin lamentarse por el pasado que ya se fue;
aceptando mi salida de los campos de actividad
como acepto con naturalidad sencilla la puesta del sol.
Finalmente, te pido me perdones si sólo en esta hora tranquila,
caigo en cuenta de cuánto me has amado y concédeme que, a lo menos ahora, mire con mucha
gratitud hacia el destino feliz que me tienes preparado y hacia el cual me orientaste en el primer momento de mi vida.
Señor, enséñame a envejecer así. Amén.