Con una serenata que estremeció a todos los presentes, ayer, miércoles, familiares y compañeros despidieron a Rossemy Quintero de Chávez, de 25 años. El sepelio se realizó en Campo Santo Los Guayacanes, en La Chorrera.
La capilla estaba llena de familiares, amigos y compañeros de la pareja, cuyo hogar quedó desintegrado a consecuencia de la desgracia acaecida el lunes 8 de septiembre, cuando Rossemy iba acompañada de su pequeña hija.
El féretro blanco era cargado por su esposo, familiares y amigos que lloraban la repentina partida de la joven mujer, cuya hija se salvó milagrosamente en esa tragedia.
"Gracias, Dios mío, por darme una maravillosa esposa y una hija", dijo su esposo ahogado en llanto al intentar decir unas palabras frente al féretro del cual no despegaba una lastimera mirada.
"Te amo, Rossemy. Mi amor, voy a cuidar a nuestra hija", decía el joven viudo, quien en un gesto muy especial le llevó una serenata a su amada a su ultima morada. "Las Mañanitas" nunca antes se oyó tan triste.
Lentamente el ataúd era cubierto por las paladas de tierra que su esposo depositaba sobre la tumba, desgarrado por el dolor de tener que separarse de su amada Rossemy. "Adiós, mi amor", dijo.
Pasaban los minutos después de concluida la ceremonia, y el joven esposo de Rossemy permanecía parado junto a la fosa de su compañera, con quien pensó pasar el resto de su vida.
Con el ocaso se fue la última imagen física de Rossemy en la Tierra, pero su recuerdo será imperecedero.