A ORILLAS DEL RIO
LA VILLA
Juventud y Siglo XXI

Santos Herrera
No nos cansamos de repetir que vivimos en una sociedad donde realmente no se exaltan los verdaderos valores. En la actualidad existe una profunda crisis, en la que prevalece lo falso, lo efímero, lo intrascendente. Se nota despreocupación por las cuestiones permanentes del espíritu, por los valores culturales y morales que el pueblo viene almacenan en su acontecer histórico. El concepto valorativo de las cosas y de algunos actos, cambia según el color del cristal con que se mire. Hombres huecos, vacíos, sin principios, que no resisten el mínimo examen crítico, son presentados como paradigma, mientras que al auténtico, al que se fundamenta en ideas, al que practica una vida comprometida con la justicia y con gran sensibilidad social y humana, se le mantiene en el ostracismo. Con una cortina de humo, procuran ocultar actuaciones que chocan con los más elementales principios sociales y morales. La salvación del país está en el rumbo que tome su juventud en el siglo XXI. Los primeros años de la próxima centuria serán decisivos. Nos consolidamos como Nación o pereceremos como Estado. No obstante ser nuestro país puente del mundo en que se cruzan todos los caminos y el haber tenido enclavado en el propio corazón por más de 50 años la presencia de fuerzas extranjeras, nuestro pueblo todavía mantiene una herencia cultural y no se ha sometido a las costumbres foráneas. Muy por el contrario, ha resistido con estoicismo las fuerzas de la penetración de afuera y sostiene su orgullo nacional a través de sus tradiciones y el folclor que nos identifica como una nación que aspira a constituirse en un ente soberano e independiente. La influencia extranjera no ha podido cambiar al pueblo panameño que aún sigue bailando el tamborito y cantando la mejorana. Que todavía siente emoción cuando escucha las poesías Patria, de Miró y Panamá Defendida, de José Franco. ¿Por qué se ha podido resistir tan avasalladora influencia ? La respuesta la encontramos en las raíces profundas de nuestra nacionalidad. Desde antes de la llegada de Colón, ya en el Istmo existía un pueblo con problemas y aspiraciones comunes. Dirigentes aborígenes defendieron con heroicidad nuestra tierra de la voracidad de los invasores hispanos. Ilustres panameños lucharon por independizarnos del yugo español y otros por separarnos de Colombia, a fin de constituirnos en un país libre, independiente y soberano. Desde el nacimiento de la República, cada generación ha aportado su cuota de sacrificio, que ha servido para fortalecer nuestros principios nacionalistas. Esos ejemplos de patriotismo y amor a la patria han sido fortaleza que ha impedido que ambiciones foráneas y algunas pretensiones internas nos hayan convertido en un protectorado, colonia o Estado asociado. Los jóvenes del siglo XXI son los que tienen que enfrentarse al reto que le plantea la historia.
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