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EDITORIAL
Los políticos
Hay que partir de una idea base: Panamá se convirtió en república el día que los plebeyos y los patricios unieron fuerzas.
El 3 de noviembre de 1903, después que un grupo de adinerados y bien instruidos montara el escenario y estableciera los contactos en Estados Unidos, estalló la bomba de la separación. Pero, a la hora de la hora, cuando un barco atiborrado de colombianos tocó puerto en Colón, los patricios montaron en pánico y se escondieron. Fue entonces cuando el pueblo dio la cara, puso el pecho para recibir las balas, si es que las había (y las hubo, pero el único caído no fue panameño, sino chino) y la separación fue un éxito.
Si no hubiera sido por unos y otros, todavía fuéramos colombianos y más pobres.
Lo triste de la historia es que unos y otros no se contentaron con el fin común que los sentó a la misma mesa por unos momentos apenas, e iniciaron desde entonces una refriega que dura hasta hoy, casi cien años después. Se han alternado en el poder político en algunas ocasiones, y en todas el saldo ha sido desastroso para el resto de esta patria adolecida, que ha padecido de bando y bando un mismo golpe artero: la corrupción.
Sólo así se explica que cien años después, y a pesar de una posición geográfica privilegiada, el centro bancario más grande y versátil del área, una Zona Libre que se ha convertido en bisagra comercial de América, y las más benditas de las floras y faunas de esta parte del subcontinente, Panamá siga siendo un país de pobres.
Tan sólo sabiendo que los grupos que han llegado al poder a lo largo de esta centuria lo han hecho para beneficio propio, en una nación que parecía tener recursos ilimitados, pero que hoy sabemos no son tales, podemos entender por qué esta ave tan bien dotada no ha levantado vuelo aún.
Primero los políticos de pura cepa, luego los empresarios y profesionales metidos a políticos; después los militares, los campesinos, los sindicalistas y hasta los maestros se han trepado en los puestos de mando y todos han caído en el pozo profundo de las transacciones corruptas. ¿Por qué?
Tal vez porque a todo país le toca vivir su propia Edad Media, y el nuestro no se puede sustraer de este proceso. Ojalá mañana no sea tarde, y todavía tengamos algo para todos disfrutarlo.
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PUNTO CRITICO |
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