La princesa Kiko, esposa del príncipe nipón Akishino y cuñada del príncipe heredero Naruhito, dio a luz a un niño, que garantiza, ante el alivio de muchos y desconsuelo de otros, la línea de sucesión masculina al Trono Imperial de Japón.
Los japoneses asistían a primera hora de ayer a los acontecimientos que se desarrollaban en torno al céntrico hospital Aiiku, donde cientos de personas, entre periodistas y curiosos, querían aprehender un poco de la Historia, con mayúsculas, que se estaba fraguando en esa clínica.
A las 8: 27 hora local del miércoles (23: 27 GMT del martes), salía la "fumata blanca" de este hospital de "famosos" y se difundía la noticia más esperada desde hace siete meses, cuando se supo que Kiko, de 39 años, estaba embarazada: Japón tenía un nuevo principito y se aseguraba la perpetuación de la dinastía imperial.