Primero fue Winston Lankford, de cuarenta y tres años, que recibió una lluvia de balas al llegar a su casa. Quedó herido de gravedad. Las balas las había disparado su propio hijo, Richard, de quince años. Después fue Rhonda Beaver, que recibió una salvaje golpiza con un bate de béisbol. La había atacado su propio hijo Michael, de quince años.
Después fueron los esposos Candelaria, que recibieron ocho impactos de bala a través de la ventana del dormitorio. Quien les había disparado era Eugenio Lewman, de dieciséis años. Todo esto sucedió en el condado de Fort Bend en el estado de Tejas.
¿Quién había planeado todas estas muertes? Una joven de dieciséis años, Iva Candelaria, hija de los esposos Candelaria.
Ante sucesos como éstos, realizados por adolescentes, uno tiene que preguntarse: ¿Es que queda algo todavía por hacer? Cuando una joven de dieciséis, de carácter dulce y rostro angelical, trama fríamente la muerte de sus padres y de otros más, y comisiona a sus compañeros de estudio para que lleven a cabo las ejecuciones, uno ya no sabe qué pensar.
¿Se debe todo esto a la influencia del cine y de la televisión? ¿Tienen la culpa los diarios y las novelas? ¿Es algo que están aprendiendo los adolescentes en las escuelas? Iva, la instigadora de todo, declaró con insensibilidad a la policía: "Era necesario hacerlo. Ellos tenían que desaparecer."
Son muy pocas las situaciones adversas que dan tanto en qué pensar como la degeneración moral de muchos jóvenes en la actualidad. Sociólogos, educadores y clérigos han hecho muchos estudios para ver si se halla la respuesta a este dilema. ¿Es el abandono? Hay hijos de buenas familias que también salen torcidos. ¿Es la poca preparación académica? Hasta universitarios suelen también hallarse entre los criminales. Es difícil encontrar un común denominador.
En cambio, entre los jóvenes que no se prestan a la delincuencia sí hay un común denominador entretejido. Es un corazón tierno y una conciencia sensible.
No hay joven que tenga que ceder a los impulsos de un corazón amargado. Cristo, en un instante, puede darle un corazón nuevo. |