Un millón de chilenos se dispersaron por el mundo tras el golpe militar de 1973, huyendo de una dictadura que no sólo les obligó a partir, sino que también les robó su cultura e identidad.
Desde el principio el régimen militar de Augusto Pinochet utilizó el exilio como parte de su estrategia para diseñar un nuevo mapa político de Chile y eliminar así sus tradiciones políticas anteriores.
La mayoría de las embajadas en Santiago comenzaron a ofrecer protección diplomática, y a sólo días del bombardeo del Palacio de la Moneda -el 11 de septiembre - más de 3.500 chilenos se habían asilado principalmente en las sedes de Italia, México, Francia, Argentina, Panamá, los Países Bajos, Venezuela y Suecia.
EL GRAN ESCAPE
Muchos exiliados relatan que fueron miles las personas que cruzaron clandestinamente los pasos fronterizos de la Cordillera de Los Andes, con destinos a los países vecinos, aun mucho tiempo después del 11 de septiembre de 1973. |