CULTURA De décimas y trovadores

Rubén Martínez Sánchez
Crítica en Línea
En cualquier cartel donde se anuncie una actividad bailable es casi seguro que se promueva también en la misma actividad una tarde de cantadera. La interpretación de la décima se ha extendido y es tan popular como los bailes de música típica. Por lo que por lo general, siempre la presentación de un grupo musical típico está precedida por la actuación de dos o más trovadores en la tarima. Famosas son las tardes de cantadera que se extienden hasta las 10:00 u 11:00 de la noche, hasta que son despedidas con el alegre torrente del "gallino picao, picao", para luego dar paso a los alegres sones del acordeón e instrumentos del artista de turno en la actividad que se presentan. Como en la música típica algunos trovadores están más cotizados que otros y sus servicios son solicitados según la calidad de interpretación de la décima, la trayectoria que tengan o el carisma y aceptación entre el público. Hay un grupo de trovadores con un tramo bien largo recorrido paseándose por las tarimas de toldos, jardines, centros bailables y jorones a lo largo y ancho del país. La actuación de algunos de ellos se remonta a la década de los sesenta y setenta. Entre los más veteranos podemos citar a Juan Andrés Castillo, Pille Collado, Agustín "Sombrero Pintao" Rodríguez, Benjamín "Min" Acevedo, Antonio "Toñito" Vargas, conocido como "El Jilguero de la Miel", Bolívar "Pecho de Oro" Barrios, "El Tigre que Come Gente" Moyo Cisneros. Otros que llevan buen rato cantando décimas, pero un poco más jóvenes en la contienda son Lili Samaniego, Salustiano "Tano" Mojica, Prudencio Ramos "El Gavilán Montañero", Bebito Vargas, Armando Aizprúa, "El Aguila de Azuero" Miguelito Cano, Nicanor Rodríguez, Adnonais Marín y Arcadio Camaño; entre otros. Desde luego, aunque no es lo común, no dejan de haber damas trovadoras como la "Sirena del Atlántico" Mari Morales, Damaris Pérez y el nuevo talento juvenil femenino en la décima como lo es Daira Moreno. Es indudable el gran despliegue de talento, maestría y conocimiento que despliega un cantador de décima en la tarima. En primer lugar tiene que saber acomodar su voz a los diferentes torrentes, según el tema que se exponga. Además tiene que aprenderse la letra de las décimas que interpreta. Y cuando los temas no son aprendidos tiene que recurrir al ingenio de su mente para ir hilvanando las ideas para "improvisar" y contestar a su rival. Esta cualidad se pone en evidencia sobre todo en la porfía o controversia. Cada cantador tiene su forma muy particular de cantar y se distingue de los demás por el tono de su voz y como la proyectan. Cada cual se mueve de una forma particular y hace gestos característicos. A pesar de tener amplia aceptación y gozar de gran popularidad, las "cantaderas" como se denomina la actuación de los trovadores en la tarima, no deja de tener algunos aspectos criticables. Quizás lo más censurable es el que algunos cantadores incurran en la vulgaridad y los insultos hacia quien o quienes alternan con ellos, lo cual desvirtúa totalmente el sentido de este arte popular. La décima es uno de los mejores medios para difundir el conocimiento y la cultura, pues la variedad de temas que se exponen son tan infinitos como variedad de palabras se puedan constituir con cada letra del alfabeto. En su forma más auténtica y folclórica la décima es acompañada con la guitarra nativa panameña como lo es la mejorana o bocona o el socabón. En el uso más comercial y difundido los cantadores de décima son acompañados con la guitarra española con uno o más ejecutantes. En algunas ocasiones se la adiciona música de violín. HERENCIA HISPANA La décima es una herencia hispana con auténtico sabor criollo. Es la forma más común con la que el campesino expresa sus alegrías, pesares, angustias o esperanzas. Es un precioso legado de la lengua castellana, expresado a través de la poesía folclórica. La décima llegó a tierras americanas con la gente que vino en las "naos" del descubrimiento, conquista y colonia de los españoles y que formaban toda una diversidad cultural. La trajeron los curas, los soldados, los labradores, los mineros, artesanos, cronistas, geógrafos y escritores que vinieron a nuestras tierras. La décima llegó a nuestro continente de forma escrita y oral. La practicó la clase educada, culta y la vulgar o plebeya. Llegó en sus distintas formas o géneros de la literatura de la "Madre Patria" como coplas y estrofas. La gente que se asentó en la tierra americana la moldeó a su gusto y modo. DIFUSION Como género literario y musical, la décima no es de interpretación exclusiva en Panamá. Su práctica está extendida en varios países como México, Venezuela, Cuba, Puerto Rico y República Dominicana. En cada uno de estas naciones tiene su forma particular de expresión y acompañamiento musical. Como en el caso de Venezuela, donde las coplas son acompañadas por el melodioso compás del arpa y las maracas. En Puerto Rico por el instrumento de cuerdas conocido como El Seis. En cuanto a Panamá, donde mayor arraigo ha encontrado es en provincias centrales: Los Santos, Herrera, Coclé y Veraguas. En algún tiempo se llegó a ejecutar en la provincia de Chiriquí. Como espectáculo se lleva a casi todas las provincias y las cantaderas se celebran lo mismo en cualquier región del interior, que en la ciudad capital o sus alrededores. Este tipo de género musical y literario, en su aspecto comercial ha llegado a gozar de tanta difusión y aceptación como la música típica. Se han grabado una considerable cantidad de discos compactos exclusivamente con este tipo de expresión vernacular.
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